lunes, 10 de diciembre de 2018

Dentro de un campamento maoísta: la "ciudad" en medio de un bosque en Jharkhand


Para un mayor conocimiento y difusión de la existencia de la guerra popular en la India, RBC ha decidido traducir un artículo del blog “COMITATO DI SOSTEGNO ALLA GUERRA POPOLARE IN INDIA” del italiano al castellano.

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Cada vez más intelectuales y académicos en la India y en el mundo descubren la Guerra Popular y desean conocerla mejor y contarla. Tanto es así que el régimen fascista de Modi, considera a todos los intelectuales peligrosos y ha desatado una "caza de brujas" de la vieja memoria para silenciar cualquier oposición a las atrocidades cometidas por su gobierno.

Lo que publicamos es un extracto de un libro titulado "Nightmarch: Un viaje a las Tierras del Corazón de la India"

(Un manifiesto de campaña en defensa de intelectuales acusados ​​o arrestados por Modi como "amenaza a la nación")


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India - Dentro de un campamento maoísta: la "ciudad" en medio de un bosque en Jharkhand

En 2010, Alpa Shah, un profesor de antropología, se unió a un pelotón Naxalita (Maoísta) que partió para una marcha de siete noches a través de 250 km a través de Bihar y Jharkhand. Un extracto de su viaje.


Después de una hora y media de caminata, un joven vestido con un uniforme verde oliva, con un rifle viejo sobre su hombro, apareció en los arbustos. Detrás de él había cinco hombres vestidos de manera similar, a varios metros de distancia. El primer puesto de vigilancia para nuestro destino, sospeché.


'Lal salaam, lal salaam (saludo rojo, saludo rojo),' los saludamos uno tras otro, mientras juntaban nuestras manos y levantaban los puños en el aire. El último soldado llevaba una camiseta negra impresa con la inscripción: "No soy confiable, ineficiente, impredecible, desorganizado, ingobernable, inmaduro, ¡pero soy gracioso!" Un mensaje en marcado contraste con la línea disciplinada que los soldados habían formado para saludarnos, me hizo sonreír.

Continuamos, pasando por dos puestos de guardia más, y luego nos sumergimos en un bosque de nuevo. De repente, la luz de la madrugada explotó a través de un claro en los árboles. Parpadeé con incredulidad. Frente a nosotros, inmersos en la luz del sol y enmarcados por las colinas de granito en tres lados, se encuentra un colorido espectáculo de caminos entretejidos que se extienden como una tela de araña. Esculpidos por los arbustos, los caminos se alinearon a la altura de la vista con guirnaldas de arcoíris. Papel de crepé, cuidadosamente cortado en triángulos, cuidadosamente pegado a la cuerda de yute por docenas de manos. Los caminos conducían de una gran carpa a otra.


Me había encontrado con los maoístas en sus campamentos muchas veces en los bosques de Jharkhand, pero nada podría haberme preparado para esto. Era una ciudad pequeña y festiva en medio de los bosques montañosos. Sentí que habíamos tropezado con Lindon por Gil-galad, el paraíso de los elfos en la película de El Señor de los Anillos de Tolkien. Lejos de los deslumbrantes rascacielos y centros comerciales de Gurgaon, erigidos para elevarse permanentemente sobre Nueva Delhi, fue igualmente impresionante por su grandeza y provisionalidad. Podría eliminarse en un par de horas y un rastro no sería detectable para un ojo desconocido e inexperto.

Las carpas albergaron las diferentes secciones del ejército guerrillero. También había una tienda de campaña médica, una tienda de sastre y una "sala de computadoras" que consistía en una computadora portátil Dell, sucia y maltratada, y una impresora gris inclinada, todo conectado a una batería de tractor. En un extremo hay una serie de cubículos en forma de cortina. Los hoyos fueron excavados para las letrinas; Incluso uno tenía un asiento de porcelana blanco agazapado.

En el centro de la red había una gran cortina roja y amarilla con un techo verde. Con una capacidad de al menos cien personas, esta era la sala de reuniones central. Siete fotografías enmarcadas en blanco y negro colgadas en una pared de tela roja. Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Zedong están todos en línea. Debajo de estos gurús internacionales estaban Charu Majumdar y Kanhai Chatterjee, los dos líderes naxalitas de la década de 1960 que estos guerrilleros maoístas han conmemorado como iniciadores de la lucha india. Todas las fotografías fueron envueltas con caléndulas. En una esquina de la pared de esta foto, alguien había puesto un rudimentario dibujo de una persona que sostenía un arma al jefe del primer ministro, Manmohan Singh. Junto a esto había un retrato similar de Sonia Gandhi, la presidenta de origen italiano del Partido del Congreso, que se había casado con un miembro de la dinastía Nehru-Gandhi que, con la excepción de algunos años, presidió la política india desde el Separación del país del dominio británico.

En un lado del campo había un gran espacio abierto, un campo, donde al menos 200 jóvenes se reunían. Un grupo rodeaba el campo en sentido contrario a las manecillas del reloj, avanzando cada diez metros hacia un lado. Otro grupo estaba haciendo lo mismo, pero corriendo en la dirección opuesta. Los del medio estaban en diez líneas disciplinadas, lanzándose al aire en una sincronía de saltos en forma de estrella. Fue el Ejército Popular Guerrillero de la Liberación quien realizaba ejercicios diarios.

La cocina fue quizás la más sorprendente por su organización. Los sacos de arroz y las lentejas apilados uno encima del otro formaban dos paredes de demarcación, mientras que una corriente que fluía era un tercer límite. Para proporcionar agua potable limpia al campamento, se cavó ingeniosamente un pozo en un lado del arroyo, se fortificó con grandes rocas y se trabajó con un sistema de poleas. En medio de la cocina se habían excavado tres trincheras de varias longitudes. Cada uno tenía chimeneas con enormes cubas de aluminio en la parte superior. Pensé que era arroz y patatas al curry. Los jóvenes estaban sentados con las piernas cruzadas en el suelo, sacando chapattis (pan asado sin levadura) para aquellos que no querían comer arroz.


Habíamos caminado hasta el momento para participar en la conferencia del comité estatal a nivel maoísta, una reunión que se celebra cada cinco años y que reúne a todos los guerrilleros de los distritos vecinos de los estados de Uttar Pradesh y Bihar. Para algunos había sido un viaje de dos semanas. Fue difícil saber cuántos miembros del Ejército de Guerrilla de Liberación Popular total participaron en esta reunión, tal vez alrededor de 400. Me han dicho que esas conferencias se llevaron a cabo simultáneamente en todo el país en otras partes de Jharkhand y en los bosques del centro de la India y Europa oriental, en Chhattisgarh, Bengala Occidental, Andhra Pradesh y nell'Odisha. En cada conferencia, las actividades maoístas de los años anteriores se analizaron y evaluaron, produjeron nuevos planes futuros y soluciones para los problemas encontrados. Este fue el lugar donde las decisiones cruciales se debatirían colectivamente, con discusiones exhaustivas, que finalmente se someterían a votación, con la decisión mayoritaria vinculante para todos. Esta fue al menos la teoría. Nacido durante la Comuna de París, Lenin lo llamó "centralismo democrático", quien lo utilizó para construir el partido bolchevique.

Las conferencias fueron también el lugar donde se llevan a cabo la práctica de la crítica y autocrítica maoísta. Estas fueron las confesiones públicas y las denuncias de errores cometidos por cada soldado; un intento de fortalecer la cohesión y la disciplina grupal utilizadas por muchos partidos de inspiración maoísta, desde el ejército de liberación nacional de Zimbabwe hasta el Khmer Rouge. La conferencia también fue donde se decidieron las promociones y la capacitación política y militar entregada a los cuadros. Por encima de todo, para los líderes maoístas, fue un espacio para reconstruir el sentimiento de comunidad y el compromiso con la causa que unió a la guerrilla y renovar la solidaridad. Los combatientes desaparecidos, que trabajan en varias partes del país y en ocasiones aislados, se han reunido durante unas pocas semanas, idealmente para fortalecer, formar y reformar los vínculos entre ellos. La esperanza era crear un microcosmos sin clases y de distrito de la futura comunidad utópica por la que lucharon. En contraste con las aldeas de las regiones de la India, divididas en castas, los nombres de las castas fueron eliminados en la comunidad guerrillera: cada individuo se convirtió en un compañero, nacido con un nuevo nombre. Si bien el respeto por los ancianos se demostró llamándolos "dada" o "didi" (hermano mayor o hermana mayor) o agregando el sufijo "ji", las diferencias materiales se tuvieron que cancelar. La idea era que las personas acudieran a la guerrilla sin nada y recibieran todo lo que creían necesario para su existencia. Un uniforme y una serie de ropa simple, una manta, una sábana, una lámina de plástico, una mochila y una pastilla de jabón. Incluso la división del trabajo según las jerarquías de casta, clase y género existentes en el mundo externo tuvo que ser erradicada. Cocinar a su vez significaba involucrar a todos, hombres y mujeres. Y mientras que los cuadros de nivel inferior tuvieron que aprender a leer, los líderes tuvieron que cavar las tumbas del Consejo de Ministros. (Tomado con permiso de HarperCollins de "Marcha en la noche: Un viaje al corazón naxalita de la India" por Alpa Shah.)

Fuente: http://guerrapopolare-india.blogspot.com/2018/11/allinterno-di-un-campo-maoista-la-citta.html
                                   

jueves, 11 de octubre de 2018

¡ El capitalismo es el enemigo de los aborígenes !

RBC con motivo del día de la hispanidad, 12 de octubre, ha decidido publicar el artículo  "Le capitalisme est l’ennemi des Autochtones!" del Partido Revolucionario de Canadá (PCR-RCP), traducido del francés al castellano por el blog camarada La Victoria de los Oprimidos y Explotados.

Este artículo constituye una excelente descripción de la barbarie y genocidio que supusieron los conquistadores, muy distinta a la versión histórica oficial que indica que allí se llevo la civilización y el progreso. Los supuestos "descubridores" ni descubrieron América, ni representaron ninguna mejora para los autóctonos. 

Ayer y hoy los aborígenes mantienen una dura lucha de resistencia contra el capitalismo. Ellos junto con el proletariado y campesinado constituyen el fermento de la revolución democrática y socialista.

Los países que invadieron América desde 1492 aún no habían alcanzado el modo de producción capitalista. Vivieron bajo el modo feudal, que comenzó a erosionar las relaciones comerciales que anunciaban la llegada del capitalismo. La revolución burguesa triunfa en Inglaterra en 1649 y Francia en 1789. Para los Estados Unidos, será en 1776. Para el saqueo a que dio lugar, la conquista permitirá la acumulación primitiva capitalista y la aceleración del desarrollo del modo de producción capitalista. Los aborígenes han estado lidiando con el capitalismo desde su gestación, luego bajo su dominio, hasta la actual etapa imperialista.

Es el capitalismo en ciernes el que saqueará sus riquezas y les hará sufrir genocidio. Es el capitalismo dominante el que monopolizará los territorios y les prohibirá tener uno para ellos y desarrollar su propia economía, cultura y vida política. Este es el capitalismo imperialista y agresivo hoy que niega a las naciones indígenas – las First Nations – su derecho a la autodeterminación y mercadea sus derechos aborígenes por un precio bajo para garantizar el control de más territorios en su propio beneficio.

Está claro que el capitalismo nunca ha dado un regalo a los aborígenes. Ni tuvo nunca esta intención. El capitalismo es el enemigo de los pueblos indígenas.

Con el pretexto de evangelizarlos y despojarlos de sus demonios, los países colonizadores los despojaron de sus riquezas y territorios. Se beneficiaron de su conocimiento y cultura. Los conquistadores llegaron a exterminar a la gran mayoría de sus poblaciones. El capitalismo en la fase imperialista no tiene más respeto a la soberanía de los pueblos y naciones que por el proletariado, que explota al límite por sus ganancias.

Antes de 1492 en América

Cuando el marinero genovés Cristóbal Colón desembarcó el 14 de octubre de 1492 en la isla de Hispaniola (ahora Santo Domingo en la República Dominicana) y tomó posesión del territorio que descubrió en nombre del Rey de España, no caminó en un continente virgen, sino en un territorio habitado desde hace al menos 40,000 años. En total, unos 70 millones de indígenas vivían en las Américas, dispersos de sur a norte con concentraciones de 25 millones en México y 25 millones también en la zona andina (Perú, Bolivia).

Las civilizaciones que estaban allí eran muy desarrolladas, entre otras, las de los incas y los aztecas, pero no solo esas. Los nativos de las Américas vivían felices juntos, felices y prósperos, libres y desnudos, ante el asombro del propio colonizador y de los pensadores de la época: Franklin, Montesquieu, Rousseau. La realidad es que Colón descubrió los lugares que se muestran en las imágenes de los westerns americanos, donde los aborígenes son siempre malos, agresivos y brutales, cuando más bien son los ” nobles salvajes ” de Jean-Jacques Rousseau los que se encuentran allí. El descubrimiento del conocimiento indígena cambiaría el mundo en muchas áreas.

Los nativos cultivaron la tierra. Sus técnicas de cultivo fueron originales y efectivas. Ellos respetaron el bosque. Las plantaciones se hicieron a través de él y no hubo necesidad de deforestar grandes áreas.

Los aborígenes trataron bien y comieron de varias maneras. Crecieron cientos de variedades de maíz, papa, yuca y maní, pero también tomates, pimientos, frijoles, aguacate… Su conocimiento de la fruta era tan importante: el amaranto, la papaya, maracuyá, mandioca, piña, guayaba, ataca. Vainilla y chocolate también fueron conocidos. De hecho, los aborígenes han dado a conocer el 60% de la comida cultivada hoy en el mundo. Su conocimiento de las enfermedades que generalmente podrían padecer y las plantas curativas para curarlos era importante. También conocían la quinina, la aspirina y las propiedades anestésicas de la coca.

Su conocimiento químico era más avanzado que en Europa. Los aborígenes sabían sobre el algodón, el caucho, los tintes y los productos derivados de ellos, lo que era muy útil para la industria en todo el mundo. Su metalurgia también se desarrolló: fundir metales, así como oro y plata no era un secreto y se orientó hacia la decoración y el arte. Recientes excavaciones arqueológicas revelan tesoros arquitectónicos tan importantes como las pirámides egipcias.

Los aborígenes también tenían un conocimiento muy avanzado de las matemáticas y habían producido un sistema sutil y sofisticado que aún no se había apreciado del todo. Su calendario fue original y muy considerado. Sus culturas religiosas, festivas y litúrgicas también fueron de gran calidad.

Su vida social era armoniosa, rica y nutrió el pensamiento de los filósofos occidentales. Los aborígenes compartieron sus activos pero también las tareas, incluidas las relacionadas con el cuidado y la crianza de los niños. Debido a esto, fueron muy hospitalarios y generosos con los colonizadores y compartieron todo con ellos. La libertad de los modales también reinó. Es por eso que los aborígenes permitieron a los colonizadores, para su sorpresa, tener relaciones sexuales con sus esposas e hijas. La dirección de esta vida social y los debates sobre ella se confiaron a los sabios y las madres.

La riqueza acumulada de las naciones aborígenes era enorme. De 1500 a 1600, se enviaron alrededor de 200 toneladas de oro ($ 2,8 mil millones) a Europa, además de 16,000 toneladas de plata ($ 3,3 mil millones). El número de suministros y otros recursos naturales que también se han transportado a Europa, como el algodón y el caucho, no se han calculado. Es un capital enorme.

Las naciones aborígenes habían desarrollado una civilización valiosa que les ayudó a vivir bien entre sí y con la naturaleza. Le dieron a Europa una gran cantidad de conocimiento que los hizo dar un salto gigantesco, además de proporcionarle un capital financiero sorprendente.

Esta civilización, que era enormemente valiosa, difícilmente podría competir con la civilización europea. De hecho, los medios de transporte y producción para las personas aborígenes eran rudimentarios y solo funcionaban con energía humana. Para moverse, solo se podía caminar y andar en canoa. Los aborígenes no conocían la rueda y no aprendieron a utilizar el viento, mucho menos el vapor, ni a domesticar a los animales. Toda la producción, incluso para el trabajo más pesado, se llevó a cabo por la fuerza de los brazos y la energía humana, que era muy difícil. A pesar de que sabían cómo derretir el metal, los aborígenes no fabricaban armas. Ellos no sintieron la necesidad. Las flechas con una piedra puntiaguda al final habían sido suficientes para alcanzar el codiciado animal de caza.

La invasión europea iba a cambiar muchas cosas y destruir rápidamente la forma de vida y la producción eficiente que se habían entregado hasta ese momento. Si tratamos de ubicar las civilizaciones indígenas a través de la evolución de los modos de producción, solo alcanzan el primer nivel, el del comunismo primitivo, un modo de producción que no era eterno y seguramente habría desarrollado sus propias contradicciones.
Después de la conquista

En sí mismo, no es porque sean blancos y racistas que los colonizadores lograrán invadir América y esclavizarlos a los intereses de sus respectivos imperios coloniales. Tampoco es porque tengan una gran civilización y una misión evangélica. Se alimentan mal y no saben cómo curarse a sí mismos. No saben cómo vivir bien y no tienen refinamiento. Estos colonizadores blancos tienen poco conocimiento. Excepto que saben cómo repetir el catecismo católico. Son personajes ásperos y groseros. Su civilización es inferior en muchos niveles a la de los aborígenes, lo que será de gran beneficio para el mundo entero. Lo que hará que el éxito de los colonizadores esté en otra parte.

Estos colonizadores están moldeados por un modo de producción más elevado: el feudalismo. Esta es la característica más importante, la que tiene más peso en la historia. Estos colonizadores son, de hecho, los herederos de una experiencia colectiva vivida a través de una sucesión de modos de producción. El comunismo primitivo, que conocía a los nativos y que les permitía ser felices y hospitalarios (este modo de producción donde la energía humana es la única que se usa), está muy por detrás de los colonizadores; cientos y cientos de años los separan. Desde entonces ha habido métodos de producción cada vez más eficientes: la esclavitud y luego el feudalismo. Este ya está en su fin, erosionado por las relaciones comerciales; a través de ellos, el capitalismo está en proceso.


Estos colonizadores blancos y portadores del capitalismo en desarrollo no solo tienen su propia energía para usar, como es el caso de los pueblos aborígenes. De alguna manera han domado el océano y saben cómo usar el viento y la brújula para navegarlo. Eso es lo que les permitió venir a Estados Unidos. Se están preparando para usar vapor y muchas otras formas de energía.

Estos colonizadores también han domesticado animales desconocidos en América, lo que les ayuda a multiplicar sus fuerzas. Ellos traen caballos a un mejor transporte, bueyes utilizados para trabajo pesado y también vacas y cabras para la leche y productos de los mismos, fuentes importantes de proteínas, ovejas para la lana, cerdos para las grasas y la carne… Podemos ver a través de esto cómo su base de alimentos es diferente de la de los aborígenes.

Estos colonizadores de otro modo de producción también están bien armados. Traen espadas, rifles y cañones. Pueden derretir otras armas según sea necesario. De hecho, se mudan de Europa con un modo de producción y vida hasta ahora desconocido en Estados Unidos.

Las expediciones a América deben generar ganancias rápidamente a sus respectivos países imperiales. Seguro de su fuerza y ​​su ” superioridad “, estos colonizadores se complacerán primero en el saqueo de la riqueza en oro y plata que se puede encontrar fácilmente, sin vacilar, cuando sea necesario, para unir sus fuerzas con las naciones indígenas para hacer la guerra a los demás a fin de lograr su objetivo. Guerras que matan y matan a muchos aborígenes. Está claro que frente a una invasión tan cruel, la estructura social nativa, desacostumbrada a tales cosas, colapsará rápidamente.

Entonces, las riquezas a saquear cada vez más raras, es por la explotación de las minas de oro y plata que se continuará el enriquecimiento de los imperios coloniales. Reducidos a la esclavitud en las minas y a las servidumbres feudales en los campos, los nativos mueren como moscas, incapaces de soportar el régimen de trabajo impuesto. Algunos son barridos por las epidemias causadas por enfermedades anteriormente desconocidas en América (viruela, sarampión, rubéola, paperas, el cólera…). La mano de obra aborigen esclavizada se está agotando, por lo que vaciaron el continente africano para reemplazarlos.

Así es como Marx resume estos inmensamente crueles inicios del capitalismo: ” El descubrimiento de piezas de oro y plata de América, la reducción de la esclavitud indígena, enterrándolos en las minas o su exterminio, los inicios de la conquista y el saqueo de la India en Oriente, la transformación de África en una especie de refugio comercial para la caza de pieles negras, estos son los procesos idílicos de acumulación primitiva que señalan la era capitalista en sus albores. ” ( El capital , Libro I, Sección VIII, Capítulo XXXI).

Un siglo y medio después de Colón, solo tres millones y medio de aborígenes permanecerán en las Américas. Después del saqueo y el genocidio vino la ocupación del territorio. Los colonizadores fueron cada vez menos respetuosos de los acuerdos que habían establecido con ciertas naciones, ya que el modo de producción capitalista se volvió dominante y requirió nuevos territorios y nuevos recursos para explotar, lo que fue aún peor cuando llegó al etapa imperialista.

Liberación del proletariado y las naciones indígenas

La década de 1960 trajo una ráfaga de luchas en todo el mundo. En América, hubo aquellos contra la Guerra de Vietnam, los Panteras Negras por el ” poder negro “, aquellos por la emancipación de los pueblos aborígenes. Fue en 1968 que se creó una nueva organización para la emancipación de las naciones nativas, el Movimiento Indígena Americano, varios de cuyos líderes tuvieron que ir a prisión. Leonard Peltier (al frente) sigue allí, condenado por crímenes que no cometió.

Después de este estallido de luchas, uno podría pensar que las cosas se han asentado y que la liberación del proletariado y de las naciones indígenas es un hecho establecido. Películas más recientes de Hollywood, como Dance with Wolves de Kevin Costner (1990) o Incident in Oglala (1992) de  Michel Apted, parecen permitir a algunos acreditar esta tesis. Los aborígenes son en realidad presentados como víctimas y no como agresores como en el viejo Oeste. Sin embargo, si se piensa bien, la historia real no se restaura en absoluto.

Todo esto testimonia más bien el hecho de que la burguesía imperialista ha puesto la tapa sobre la olla, que continúa hirviendo; las luchas por la emancipación del proletariado y las naciones indígenas siguen siendo relevantes.


Hasta ahora, la burguesía ha logrado contener la lucha de los pueblos aborígenes en las esferas legales y supraestructurales, donde ciertamente ha logrado puntos. Por lo tanto, se les han otorgado ciertos derechos territoriales. Sin embargo, las negociaciones y los regateos para lograr resultados tangibles son interminables. El proceso está atascado e ineficiente y no satisface a las naciones indígenas, ya que el proceso de negociación colectiva entre sindicatos y empleadores no libera al proletariado. La necesidad de la revolución para romper el punto muerto es obvia.

La revolución socialista al comunismo está en la agenda del proletariado, que todavía no es el caso de las Primeras Naciones, a quienes el capitalismo ha impedido el desarrollo de un territorio, una economía, una cultura y una vida política propia. La nueva revolución democrática defendida por los maoístas podría, por analogía, permitir a las naciones indígenas liberarse y conseguir la autodeterminación. Es probable que, conociendo los efectos perversos que el capitalismo ha tenido sobre ellos durante siglos, la revolución indígena evitará las trampas del desarrollo del capitalismo.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Ciclo de la Guerra Civil Española


RBC difunde a continuación una serie de artículos sobre la guerra civil, publicados por uno de nuestros miembros la revista La Gaceta de los Miserables. Para dar a conocer un período republicano caracterizado por la lucha antifascista y la resistencia, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.


                                              

Recopilación de materiales publicados a lo largo de esta primera temporada de La Gaceta de los Miserables acerca de la Guerra Civil Española y el exilio republicano que también aparece.

Agradecer a todos los colaboradores el uso de sus materiales para este primera edición del CICLO GUERRA CIVIL y a nuestros lectores en agradecimiento por el apoyo durante todo este año.  
                           
                                                    Resultado de imagen de la gaceta de los miserables 

1-Las batallas de la Guerra Civil se vivieron como experimentos y prácticas de combate para algunos ejércitos como el alemán o el italiano. También participaron refuerzos soviéticos pero todo ello ante los ojos del mundo que se preparaba para la II Guerra Mundial. 


2-El Partido Comunista no era un partido mayoritario durante la II República pero  cuando empezó la guerra y a lo largo de ella, el PCE aumentó su militancia y su participación, incluso llegando a tomar el gobierno durante el último tramo de la guerra. 


3-Los medios de comunicación de la época se encargaron de informar a la población acerca de los acontecimientos revolucionarios en Rusia y la creación de la Unión Soviética. Estos medios, según su significación política, lo narraron de manera diferente. 


4-Cuando la Unión Soviética se presentó al mundo como una potencia comunista, los distintos medios de comunicación se encargaron de transmitir sus mensajes, entre los cuales, algunos calentaron el caldero ideológico y alentaron la Guerra Civil. 


5-Barcelona había comenzado su revolución al margen de la guerra y del mundo. Los anarquistas y comunistas habían tomado las calles y su influencia se percibía en todos los ámbitos, entre ellos el cine. 


6-Este año conmemoramos la figura de Marcelino Camacho como sindicalista, soldado, obrero y comunista. Este hombre también luchó en la Guerra Civil y pasó por el campo de concentración de Reus. En este artículo se narra las condiciones que allí se vivían.


7-El régimen fascista que se estaba gestando desde la Junta de Defensa Nacional tenía que vencer sin convencer. De esta forma, comenzaron los discursos y las arengas ideológicas en el frente de batalla a los soldados voluntarios y forzosos del bando nacional. 


8-El artículo más leído de esta temporada en la Gaceta de los Miserables. Un material increíble porque contiene testimonios y las vivencias de las mujeres exiliadas, presas, colaboracionistas y supervivientes de la Guerra Civil.


9-El exilio republicano se extiende por todo el globo, desde la URSS hasta México, pasando por otros países europeos, africanos e incluso asiáticos. Entre ellos, este análisis acerca del exilio en países del Este socialista.


10-Por último, la Guerra Civil española se dio ante los ojos de innumerables países que se mostraron neutrales pero cuyas empresas participaron y sobrevolaron el bloqueo económico a la Guerra Civil, entre ellos Estados Unidos. 


viernes, 13 de julio de 2018

Un intercambio de comentarios que aclara magistralmente qué significa anticolonialismo “De Pega”, “Meramente Declarativo”



RBC publica a continuación una reflexión sobre la cuestión nacional y el derecho de autodeterminación, escrita por uno de sus miembros el blog Servir Le Peuple (blog de Occitania, Francia).

SERVIR LE PEUPLE

16 de mayo de 2018

[El texto es una retraducción al castellano de un texto inglés traducido, a su vez, al francés]

“La posición de los maoístas es que las naciones oprimidas tienen DERECHO a la autodeterminación si así lo deciden. Cuando haya una República socialista en lo que ahora son los Estados Unidos, si ciertas tribus (sic) quieren la independencia de su propio territorio, la República socialista no se enfrentará a ellas como enemigos por ese territorio, sino que, por el contrario, defenderá su derecho incluso si la nación oprimida quiere ser un Estado capitalista y no socialista. Sobre la cuestión nacional, no sería (sin embargo) necesariamente correcto que los comunistas defendieran en la nación oprimida la secesión de la República socialista. Si surge el deseo de separarse, sería correcto simplemente que la República socialista lo autorice (mientras que se combatiría a cualquier otro territorio que pretendiera la secesión a favor del capitalismo)”.

“¿Un DERECHO a la autodeterminación”... pero con la esperanza (más o menos velada) de que no se“determinen”en ese sentido? ¿O no? Todo esto me lleva a pensar en algunos trotskistas europeos partidarios de un “Estado único” en Palestina, en el entendido de que ese Estado único es sin duda la posición correcta en términos absolutos (la posición histórica de la izquierda palestina...), pero también puede significar... la actual Sudáfrica (y nadie menos que el presidente israelí Rivlinse pronunció a su favor).

¿Qué es exactamente la “voluntad del pueblo”? Hoy en día, probablemente menos del 10% de los negros estadounidenses quieren una República socialista de Nueva Afrika; pasa igual con los chicanos en relación con un Aztlán socialista y la reunificación con México. Pocos son quienes, miembros de las Naciones indígenas, quieren Estados independientes socialistas, ni siquiera capitalistas... y menos aún serían los trabajadores blancos que defendieran tu versión maoísta del socialismo.

Existe una “voluntad del pueblo” en este momento en que estamos hablando... y habrá otra mañana o dentro de 30 o 50 años, que depende de la propaganda que difundamos; y esta propaganda se basa en un objetivo estratégico, una concepción del mundo, algo que pensamos (nuestra concepción comunista del mundo) que es el objetivo y la justicia popular, la reparación (por ejemplo) a un pueblo y al mismo tiempo la conmoción de los fundamentos del poder de un Estado al servicio de los monopolios imperialistas: en una palabra, el Sentido de la Historia.

Es fácil decir “si así lo deciden, tienen derecho”, pero con la esperanza, en realidad,de que no sea así y haciendo todo lo posible para que no decidan de ese modo.

En 1950 una minoría de los argelinos estaba a favor de la independencia. Todos ellos sufrían el yugo y las atrocidades de los colonos, pero la posición mayoritaria era conquistar los derechos cívicos y democráticos en el marco de una Argelia francesa. ¡Y el Partido “comunista” francés tenía la firme esperanza de que las cosas siguieran siendo siempre así! Las cosas cambiaron con la Guerra de Liberación, iniciada con el levantamiento del FLN el día de Todos los Santos de 1954 y que se prolongó hasta 1962, año en que ya una mayoría del 99% de los argelinos estaba a favor de la independencia y del “socialismo árabe”. Ni que decir tiene (como cabía esperar)... que el PCF comenzó oponiéndose a aquel levantamiento “reaccionario”, luego propugnó la “paz” y una “solución democrática”, a veces (no siempre...) denunció las torturas y los crímenes del ejército imperialista y, finalmente, defendió la “autodeterminación”... muy al final, cuando el propio De Gaulle se hubo adherido a esta solución.

Estoy totalmente de acuerdo en que “la identidad no prevalece sobre la línea política” y que “si fuera así, todos los grupos sociales oprimidos tendrían ya una línea comunista perfecta, lo que no es el caso”. Soy un enemigo resuelto de la identity politics [política identitaria] y no soy partidario ni de la inacción ni del politiqueo de salón. Pero “el oportunismo identitario” no puede ser tampoco la palabra mágica con que poner punto final a todas las cuestiones que incomodan. Cuando los indígenas colonizados (¡Lambda, que no pretende ser una organización de vanguardia!) hablan de su experiencia y lo primero en que te fijases que “Existir es resistir es el típico lema de la política identitaria de mierda y un argumento para no hacer nada”, tu noción de lo principal y de lo secundario muestra que en realidad no tienes ganas de oír a lo que esas personas tratan de decir.



En realidad, es fácil estar al corriente de las luchas que le rodean a uno y adoptar una postura anticolonialista que se quede en agua de borrajas, apuntándose, eso sí, el tanto y dándose importancia con frases del estilo de:“el colectivo maoísta más avanzado en los Estados Unidos está hoy en Aztlán”.

Pero las cosas son como son: la Historia enseña que el sudoeste de los Estados Unidos es parte de los Estados Unidos gracias a una guerra de agresión criminal y a un tratado imperialista desigual, tras lo cual fue salvajemente colonizado; y el Sentido de la Historia es que ese tratado desigual debe ser borrado de la página del tiempo y México reunificado. Ocurre lo mismo con todos los “tratados” suscritos con las Naciones indígenas, así como con la Nación nacida de la esclavitud de los africanos en el sureste.

No se trata de “si el pueblo lo decide de tal modo” (la segunda parte de tu comentario es de hecho muy explícita sobre el fondo de tu pensamiento...). La gran mayoría de los latinos no lo desean a día de hoy y tú, en el fondo de tu corazón, esperas que siga siendo siempre así.

Usted utiliza a Aztlán de cara a la galería, por razones de imagen; pero en los hechos, ¿qué ayuda en concreto le presta Usted a su lucha de liberación y por la reunificación con la madre patria?

¡Ah, sí! Y además: las naciones son NACIONES; no hay naciones si son europeas/blancas y “tribus” (!!) o “etnias”, de lo contrario...

Como ya explicó el glorioso Kaypakkaya[i], existen caracteres nacionales preexistentes, como los que indicó Stalin en La Cuestión Nacional, y estos caracteres dan a luz a una nación no en el momento de la revolución burguesa o industrial, sino cuando resultan “alcanzados” por las “primeras luces del alba” del capitalismo (de manera que los kurdos son una nación y no un pueblo, como sostenía el grupo revisionista –ahora completamente fascista– “Şafak”); lo cual significa, en América, por la colonización.

Si hablas de “tribus” no hay naciones, no hay cuestión nacional y tampoco hay derecho a la autodeterminación. Pero he de admitir que su línea blanca paternalista es especialmente sutil y astuta.

[De hecho, toda esta palabrería y este jesuitismo intelectual significa una sola cosa: NO HABER COMPRENDIDO NADA de lo que sucedió en la URSS.¿Hasta cuándo dura la lucha de clases? Hasta el COMUNISMO. Hasta el comunismo, durante decenios y decenios, un siglo tal vez después de la revolución socialista, la contrarrevolución, la restauración capitalista sigue siendo posible. ¿Cómo? Porque existe una BASE MATERIAL para ello, para que la vieja burguesía vuelva al poder... o que una nueva, nacida en el seno mismo del aparato del Estado socialista y del Partido dirigente, se apodere de él, defendiendo la “vía capitalista”.

POR LO TANTO, HAY QUE QUEBRAR ESA BASE; y esa base es, en especial, la base territorial de acumulación, el Imperio de los monopolios. Y en los Estados Unidos, incluso antes de ser la primera potencia mundial imperialista, el Imperio de los monopolios es, en primer lugar,... el propio territorio federal, con sus colonias interiores. Por lo tanto, (especialmente) hay que destruirlo por medio de la autodeterminación de los pueblos colonizados. No hacerlo es garantizarse que de las entrañas mismas de la República socialista de que habla de nuestro “amigo” brotará una nueva burguesía (más o menos pseudo-“roja”) que, más o menos gradualmente, restaurará el capitalismo.



Lenin decía ya a principios de los años 20 que el chovinismo gran ruso (la dominación nacional de los rusos sobre las otras nacionalidades), si no se le combatía correctamente, estaría entre las primeras cosas que “matarían” al socialismo soviético; y eso es lo que sucedió. Alain Sibé, de la misma manera, con la salvedad de que el PCF nunca ha estado en el poder, ve en el abandono por parte de éste de un anticolonialismo intransigente y en su apoyo a la “República una e indivisible” contra las nacionalidades negadas del propio Hexágono, una de las principales razones de su degeneración en partido burgués reformista. Esto es lo que entendemos por estar (...o no) en el “Sentido de la Historia”, en consonancia con una visión del mundo puesta al servicio de los intereses de la victoria del comunismo, que define los objetivos de nuestra labor política.]


[i]En inglés :http://www.bannedthought.net/Turkey/TKP-ML/EarlyDocs/Kaypakkaya-KurdishQuestion-1972.pdf“Certain overly knowledge able wise acres claim that landlords are not considered part of a nation. What‟s more, these gentlemen even hatched the marvel that the Kurds do not yet constitute a nation due to the existence of landlords in the Kurdish region. Thisis a frightfully demagogic statement and a sophistry. Do the landlords not speak the same language? Do they not reside on the same land? Are they not part of the unified economic existence and spiritual formation? And besides, nations emerge not with capitalist development reaching its final limit but at the dawn of capitalism. With capitalism penetrating into a country and unifying the markets in that region to a certain degree, the communities already meeting all theother conditions are considered a nation. If it were not so, all stable communities in the backward countries and regions where capitalist development is limited could not be considered nations. In China up until the 1940s there was a rather strong state of feudal fragmentation, and according to this logic, one would have to deny the existence of nations in China previously. Untilthe 1917 revolution, feudalism had a strong presence in the broad countryside of Russia; this understanding would lead to rejecting the existence of nations in Russia.”

En francés :http://ekladata.com/EM-Rb1M-dCeiJVhgZObXkNCCFXI.jpgEn outre les nations n'apparaissent pas lorsque le capitalisme a atteint le stade ultime de son développement, mais à ce que l'on peut appeler l'aube du capitalisme. Lorsque le capitalisme pénètre dans un pays et y unifie les marchés dans une certaine mesure, les communautés qui possèdent les autres caractéristiques sont alors considérées comme formant une nation. Si tel n'était pas le cas, il faudrait alors considérer que toutes les communautés stables situées dans des pays arriérés, des régions où le développement du capitalisme reste encore limité, ne sont pas des nations. Jusque dans les années 1940, il existait encore en Chine un fort morcellement féodal. Dans cette logique, il aurait alors fallu dénier l'existence de nations en Chine à cette époque.'] 

(Traducción parcial) “Las naciones no aparecen cuando el capitalismo alcanza la última fase de su desarrollo, sino en lo que se puede nombrar el amanecer del capitalismo. Cuando el capitalismo entra en un país y unifica allí el mercado en une cierta medida, las comunidades poseyendo ya las demás características (enunciadas en la Cuestión Nacional de Stalin) están entonces consideradas naciones. Si no fuera así, tocaría entonces considerar que cualquier comunidad estable en un país atrasado, territorios donde el desarrollo capitalista sigue limitado (enuncia a continuación ejemplos como la China de los años 40, Rusia del 1917, Turquía del 1920 y “hasta un cierto grado” África, Asia o América latina en su presente año 1972), no son naciones.”





viernes, 22 de junio de 2018

Represión y poder en España

Debido a la grave situación de represión, torturas y atropello de los derechos civiles en España, RBC hace difusión de un artículo escrito por uno de sus miembros, la revista La Gaceta de los Miserables, que describe y analiza el fascismo que hay en el país.

***

Por Mario Guillamó¹.

El pasado jueves, la BBC preguntó a la audiencia de su programa ‘Questión Time’ si consideraban que, tras la detención de ocho ministros catalanes, España se está comportando como un Estado fascista. Mientras, la población se encuentra inmersa en un complejo de prontitud a la hora de hablar de represión política en el Estado español. Porque siempre se alzan los voceros a replicar las denuncias de represión y las prácticas que nos asemejan o nos convierten en una dictadura de pleno derecho. Puesto que para el poder se trata de eso mismo, de un Estado de derecho en el que cada vez hay menos de estos y cuya característica a resaltar es unánime, el conocimiento público de los límites del derecho común. Ha llegado el momento de abordar cómo estos límites están coartando nuestros derechos. Hace muy poco, Angela Davis sentenció: «Este país tiene una larguísima tradición de represión política», refiriéndose a España.

Atropello por la derecha en directo, a la hora del telediario o con nocturnidad y alevosía. Así podríamos describir la estrategia del poder que conoce y maneja a la perfección los aparatos ideológicos del Estado. Sí, no necesitan citar a Althusser porque lo usan a diario. Detrás de la fachada de la “no acción” y la estupidez humana, se esconde una de las mayores tecnocracias de Europa al servicio del capital, la española. Recordemos pues las palabras de Ignacio González a Zaplana «hay que controlar el aparato del Estado» o una máxima de Felipe González «el Estado soy yo».


Dos vertientes: la tortura y el fascismo.

La tortura contemporánea se fundamenta en tres pilares: la imposición de una pena económica desorbitada o de privación de libertad, su aplicación mediante el monopolio de la violencia y tener como fin el silencio social y el miedo colectivo a la acción. El Estado español usa como medio la conocida “Ley Mordaza”, que sanciona administrativa y no judicialmente. Con esta ley se pueden sancionar conductas de resistencia pasiva como las sentadas. Según Joaquim Bosch «ahora las sanciones no son resueltas por un juez imparcial sino por un Gobierno que puede tener intereses políticos ante protestas sobre su gestión». Los seis meses posteriores a su aplicación, esta ley acumulaba la escandalosa cifra de 40.000 sanciones, una media de 30 personas al día. Además, esta eficacia totalitaria está enfocada en los desahucios, puesto que prevé multas de hasta 30.000 euros para aquellos activistas que desobedezcan o resistan pacíficamente. No hay que subestimar al poder, conocen las debilidades de la clase trabajadora y atacan. Atacan a los focos de nuestro futuro: atacan la cultura, a los músicos y los artistas; atacan la educación, a los profesores y los estudiantes; atacan a la prensa plural, a los periodistas y los medios que alumbran las cloacas del Estado; atacan al puesto de trabajo, depreciando la negociación colectiva y poniéndote la mordaza. Lo dicho anteriormente, «la estrategia del poder se basa en imponer penas económicas, violencia y miedo».

Y por qué no, resaltemos el término tortura, porque organismos como el Comité Europeo de Prevención de la Tortura (CPT) realizó una serie de informes en 2016 en los que se certificaban malos tratos en las detenciones y tras ellas, encontrando en las comisarías: palos, bates de béisbol, látigos y una cuerda/soga. Con ellos, se confirman interrogatorios de horas e, incluso, días sometidos a condiciones inhumanas. Pero lo mismo ocurre tras el proceso judicial, dónde encontramos casos como el maltrato ejercido por los funcionarios del centro penitenciario Brains I, en Barcelona, condenados recientemente.

Y otro de los complejos del sistema, una connivencia absoluta con el fascismo callejero. Les son necesarios esos imitadores de camisas pardas, porque provocan y calientan los futuros escenarios de intervención estatal. Cada vez más, los que para ellos son ultras, se despliegan por los barrios y el centro de las ciudades con su propaganda y poniendo en práctica su estrategia, la psicología de la violencia y el miedo. Hemos llegado a tal punto que los fascistas, los conservadores y los liberales convocan manifestaciones conjuntamente sin escándalo mediático. La unidad de España como excusa perfecta para reprimir estatalmente durante el día y usar a los fascistas como ariete por las noches. La líder de HSM afirmó que «su discurso se vertebra en torno a la unidad de España pero que la formación que rentabiliza su estrategia es el Partido Popular». Esta pauta se repite en el resto de Europa, donde el poder intenta desvincularse de las formaciones fascistas, pero gobierna con su programa en inmigración y en el ámbito territorial.

                          DNjspHtXcAAy39Y
        Ilustración de Eneko por la que ha sido despedido de “20Minutos” sin explicaciones.


La Justicia: cómo controlarla.

Anteriormente, hablamos de la represión y no mencionamos a la justicia, porque el control totalitario de los aparatos del Estado no concilia con la separación de poderes. La lista de jueces inhabilitados por distintos mecanismos judiciales es muy extensa, comenzando por el juez Garzón y pasando por todos aquellos que han tratado de investigar la corrupción política: juez Silva, juez Castro, juez Pablo Ruz, la jueza Alaya etcétera

Eliminados los obstáculos, el poder se hace con los aparatos del Estado y, uno a uno, con los aparatos judiciales. Desde su mayoría absoluta en 2011, el poder controla el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y desde ahí, han tomado la Audiencia Nacional con dos figuras de un alto calado conservador: Concepción Espejel y Enrique López. Además, una de sus figuras claves es la que ostenta la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix, primer fiscal reprobado de la democracia. Se dice que todo este entramado está diseñado por Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal, otro de los dominios judiciales del poder. Y es que conocen y controlan los aparatos del Estado y, por tanto, el Estado son ellos.

Aun así, su manera de proceder a lo largo de la historia deja mucho que desear. La impunidad con la que actúan les deja al descubierto en cuanto se conocen casos como los papeles de Bárcenas o los papeles de Panamá, que alumbraron la profundidad de la corrupción que les sostenía, una corrupción con la que pagaron hasta la sede central de su partido. Esta afirmación de peso, ya se puede expresar sin problemas porque la fiscal anticorrupción, Concepción Sabadell, sentenció: «queda plena y abrumadoramente acreditada la caja B del Partido Popular». Por esta sentencia, se podría aplicar el artículo 520 del código penal para ilegalizar al partido en el Gobierno, pero tras analizar el control judicial que poseen, parece difícil. Mientras, peleas callejeras o una pintada en la pared pueden ser condenados como actos de terrorismo, como son el caso de Alsasua o el caso Nahuel.

De esta forma, el gobierno del Estado español se blinda ante las protestas y las luchas legítimas y democráticas de su pueblo. El presidente, Mariano Rajoy, preocupado por su marketing electoral enfocado en Venezuela afirmó en septiembre «lamentable la prohibición de salida a Lilian Tintori. Pueden encerrar a las personas, pero no a los ideales. Libertad para Venezuela». Mientras, el gobierno del Estado español interviene una Comunidad Autónoma, disuelve su parlamento y encarcela a su gobierno. La reflexión sigue siendo la misma, la legalidad es una cuestión de poder, no de justicia.

Cargas policiales en Catalunya el día del referéndum [1Octubre]

¹ Mario Guillamó. Ciencias Políticas, Universidad Pablo de Olavide (UPO) y director de Comunicación Política de la Gaceta de los Miserables.

sábado, 12 de mayo de 2018

Documentos del Partido Comunista de la India (Maoísta) traducidos al castellano (2004-2018)

Imagini pentru red de blogs comunistas
La Red de Blogs Comunistas (RBC), en su compromiso de dar a conocer y difundir la Revolución  Naxalita y la Guerra Popular de la India, ha venido traduciendo al castellano y recopilando en los últimos años los llamamientos y comunicados publicados por el Partido Comunista de la India (Maoísta), reunidos ahora en el siguiente documento, que abarca los años 2004 hasta la actuadidad, y que compartimos en esta entrada:

domingo, 6 de mayo de 2018

200 años del padre del comunismo, Karl Marx

Gris es la teoría, amigo, pero verde y frondoso es el árbol de la vida”. Se trata de una frase de Goethe que Carlos Marx solía citar y que expresa bien el método de pensamiento que le caracteriza, basado, principalmente, en el análisis práctico de la realidad, con el objetivo esencial de transformarla.

Marx, del que se cumplen 200 años de su nacimiento, abrió el camino, poniendo las bases del edificio teórico que, después, la práctica de la lucha de clases y contra toda explotación iría desarrollando en el inevitable camino de la humanidad hacia el Socialismo:

"La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días" - dice Marx en el Manifiesto Comunista (exceptuando la historia del régimen de la comunidad primitiva, añade más tarde Engels) - "...es la historia de las luchas de clases".

Marx enseñó a los proletarios, e incluso a los propios burgueses, que es inevitable la transformación de la sociedad capitalista en la sociedad socialista: "La socialización del trabajo, que avanza cada vez con mayor rapidez bajo miles de formas, y que durante el medio siglo trascurrido desde la muerte de Marx se manifiesta en forma muy palpable en el incremento de la gran producción, de los cártels, los sindicatos y los trusts capitalistas, y en el gigantesco crecimiento del volumen y el poderío del capital financiero, es la base material más importante del advenimiento inevitable del socialismo. El motor intelectual y moral de esta trasformación, su agente físico, es el proletariado, educado por el propio capitalismo. Su lucha contra la burguesía, que se manifiesta en las formas más diversas, y cada vez más ricas en contenido, se convierte inevitablemente en lucha política por la conquista de su propio poder político (la "dictadura del proletariado")", como explica Lenin en su artículo sobre el padre, junto a su camarada Engels, del comunismo.


Marx prestó, a lo largo de su vida, una intensa atención, a la vez que a los trabajos teóricos, a los problemas tácticos de la lucha de clase del proletariado, tratando su lucha por la emancipación como una ciencia, y concluyendo, entre otras cosas, que "Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos solo pueden alcanzarse derrocando por la violencia el orden social existente" , idea central de El Manifiesto Comunista, documento fundacional de la ideología de la clase proletaria en su camino hacia un mundo sin explotación.

Marx, junto a Engels, analizaron minuciosamente el capitalismo para convencer a los trabajadores, esenciales para su desarrollo y supervivencia, pero también a los propios capitalistas, de que el futuro estaba en sus manos: "La burguesía no solo forja su propia destrucción, sino también a su propio sepulturero: el proletariado".

Para homenajear los 200 años del gran Carlos Marx, que convirtiera las aspiraciones de los explotados y, especialmente, de los trabajadores de todo el mundo, en una ciencia dotada de herramientas para caminar hacia el mundo sin explotación, el comunismo, la Red de Blog Comunistas (RBC) quiere compartir en esta entrada la obra escrita sobre su vida en 1912 por su mejor biógrafo, el alemán Franz Mehring, además de el artículo de Lenin, uno de sus grandes continuadores en el camino hacia el comunismo, Carlos Marx (Breve esbozo biográfico,con una exposición del marxismo)."

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Carlos Marx (Breve esbozo biográfico,
con una exposición del marxismo)(1)


Carlos Marx nació el 5 de mayo (según el nuevo calendario) de 1818 en Tréveris (ciudad de la Prusia renana). Su padre era un abogado judío, convertido en 1824 al protestantismo. La familia de Marx era una familia acomodada, culta, pero no revolucionaria. Después de terminar en Tréveris sus estudios de bachillerato, Marx se inscribió en la universidad, primero en la de Bonn y luego en la de Berlín, estudiando jurisprudencia y, sobre todo, historia y filosofía. En 1841 terminó sus estudios universitarios, presentando una tesis sobre la filosofía de Epicuro. Por sus concepciones, Marx era entonces todavía un idealista hegeliano. En Berlín se adhirió al círculo de los "hegelianos de izquierda" (Bruno Bauer y otros), que se esforzaban por extraer de la filosofía de Hegel conclusiones ateas y revolucionarias.
Terminados sus estudios universitarios, Marx se trasladó a Bonn con la intención de hacerse profesor. Pero la política reaccionaria del gobierno, que en 1832 había despojado de su cátedra a Ludwig Feuerbach, que en 1836 le había negado nuevamente la entrada en la universidad y que en 1841 privó al joven profesor Bruno Bauer del derecho a enseñar en Bonn, obligó a Marx a renunciar a la carrera docente. En aquella época, las ideas de los hegelianos de izquierda progresaban rápidamente en Alemania. Ludwig Feuerbach, sobre todo desde 1836, comenzó a someter a crítica la teología y a orientarse hacia el materialismo, que en 1841 (La esencia del cristianismo ) se impone ya definitivamente en su pensamiento; en 1843 ven la luz sus Principios de la filosofía del porvenir. "Hay que haber vivido la influencia liberadora" de estos libros, escribía Engels años más tarde refiriéndose a esas obras de Feuerbach. "Nosotros [es decir, los hegelianos de izquierda, entre ellos Marx] nos hicimos en el acto feuerbachianos."[2] Por aquel tiempo, los burgueses radicales renanos, que tenían ciertos puntos de contacto con los hegelianos de izquierda, fundaron en Colonia un periódico de oposición, la Gaceta del Rin (cuyo primer número salió el 1 de enero de 1842). Marx y Bruno Bauer fueron invitados como principales colaboradores; en octubre de 1842 Marx fue nombrado redactor jefe del periódico y se trasladó de Bonn a Colonia. La tendencia democrática revolucionaria del periódico fue acentuándose bajo la jefatura de redacción de Marx, y el gobierno lo sometió primero a una doble censura y luego a una triple, hasta que decidió más tarde suprimirlo totalmente a partir del 1 de enero de 1843. Marx se vio obligado a abandonar su puesto de redactor jefe en esa fecha, sin que su salida lograse tampoco salvar al periódico, que fue clausurado en marzo de 1843. Entre los artículos más importantes publicados por Marx en la Gaceta del Rin, Engels menciona, además de los que citamos más adelante (véase la Bibliografía ) el que se refiere a la situación de los campesinos viticultores del valle del Mosela. Como su labor periodística le había demostrado que conocía insuficientemente la economía política, Marx se dedicó afanosamente al estudio de esta ciencia.
En 1843, Marx se casó en Kreuznach con Jenny von Westphalen, amiga suya de la infancia, con la que se había comprometido cuando todavía era estudiante. Su esposa pertenecía a una reaccionaria familia aristocrática de Prusia. Su hermano mayor fue ministro del Interior en Prusia durante una de las épocas más reaccionarias, desde 1850 hasta 1858. En el otoño de 1843 Marx se trasladó a París con objeto de editar en el extranjero una revista de tendencia radical en colaboración con Arnold Ruge (1802-1880; hegeliano de izquierda, encarcelado de 1825 a 1830, emigrado desde 1848, y partidario de Bismarck entre 1866 y 1870). De esta revista, titulada Anales franco-alemanes, sólo llegó a ver la luz el primer fascículo. Las dificultades con que tropezaba la difusión clandestina de la revista en Alemania y las discrepancias surgidas entre Marx y Ruge hicieron que se suspendiera su publicación. En los artículos de Marx en los Anales vemos ya al revolucionario que proclama la necesidad de una "crítica implacable de todo lo existente", y, en particular, de una "crítica de las armas"[3] que apele a las masas y al proletariado.
En septiembre de 1844 llegó a París, por unos días, Federico Engels, quien se convirtió, desde ese momento, en el amigo más íntimo de Marx. Ambos tomaron conjuntamente parte activísima en la vida, febril por entonces, de los grupos revolucionarios de París (especial importancia revestía la doctrina de Proudhon, a la que Marx ajustó cuentas resueltamente en su obra Miseria de la filosofía, publicada en 1847) y, en lucha enérgica contra las diversas doctrinas del socialismo pequeñoburgués, forjaron la teoría y la táctica del socialismo proletario revolucionario, o comunismo (marxismo). Véanse, más adelante, en la Bibliografía, las obras de Marx de esta época, años de 1844 a 1848. En 1845, a instancias del gobierno prusiano, Marx fue expulsado de París como revolucionario peligroso, instalándose entonces en Bruselas. En la primavera de 1847, Marx y Engels se afiliaron a una sociedad secreta de propaganda, la Liga de los Comunistas, tuvieron una participación destacada en el II Congreso de esta organización (celebra do en Londres en noviembre de 1847) y por encargo del Congre so redactaron el famoso Manifiesto del Partido Comunista que apareció en febrero de 1848. En esta obra se traza, con claridad y brillantez geniales, una nueva concepción del mundo: el materialismo consecuente, aplicado también al campo de la vida social; la dialéctica como la doctrina más completa y profunda del desarrollo; la teoría de la lucha de clases y de la histórica misión revolucionaria universal del proletariado como creador de una nueva sociedad, la sociedad comunista.
Al estallar la revolución de febrero de 1848, Marx fue expulsado de Bélgica. Se trasladó nuevamente a París, y desde allí, después de la revolución de marzo, marchó a Alemania, más precisamente, a Colonia. Desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de mayo de 1849, se publicó en esta ciudad la Nueva Gaceta del Rin, de la que Marx era el redactor jefe. El curso de los acontecimientos revolucionarios de 1848 a 1849 vino a confirmar de manera brillante la nueva teoría, como habrían de confirmarla en lo sucesivo los movimientos proletarios y democráticos de todos los países del mundo. La contrarrevolución triunfante hizo que Marx compareciera, primero, ante los tribunales (siendo absuelto el g de febrero de 1849) y después lo expulsó de Alemania (el 16 de mayo de 1849). Marx se dirigió a París, de donde fue expulsado también después de la manifestación del 13 de junio de 1849[4]; entonces marchó a Londres, donde pasó el resto de su vida.
Las condiciones de vida en la emigración eran en extremo duras, como lo revela con toda claridad la correspondencia entre Marx y Engels (editada en 1913). La miseria asfixiaba realmente a Marx y a su familia; de no haber sido por la constante y abnegada ayuda económica de Engels, Marx no sólo no hubiera podido acabar El Capital, sino que habría sucumbido inevitablemente bajo el peso de la miseria. Además, las doctrinas y tendencias del socialismo pequeñoburgués, no proletario en general, que predominaban en aquella época, obligaban a Marx a librar constantemente una lucha implacable, y a veces a repeler (como hace en su obra Herr Vogt [5] los ataques personales más rabiosos y salvajes. Manteniéndose al margen de los círculos de emigrados y concentrando sus esfuerzos en el estudio de la economía política, Marx desarrolló su teoría materialista en una serie de trabajos históricos (véase la Bibliografía ). Con sus obras Contribución a la crítica de la economía política (1859) y El Capital (t. I, 1867), Marx provocó una verdadera revolución en la ciencia económica (véase más adelante la doctrina de Marx).
El recrudecimiento de los movimientos democráticos, a fines de la década del 50 y durante la del 60, llevó de nuevo a Marx a la actividad práctica. El 28 de septiembre de 1864 se fundó en Londres la famosa Primera Internacional, la "Asociación Internacional de los Trabajadores". Marx fue el alma de esta organización, el autor de su primer "Llamamiento" y de gran número de sus resoluciones, declaraciones y manifiestos. Unificando el movimiento obrero de los diferentes países, orientando por el cauce de una actuación conjunta a las diver sas formas del socialismo no proletario, premarxista (Mazzini, Proudhon, Bakunin, el tradeunionismo liberal inglés, las vacilaciones derechistas lassalleanas en Alemania, etc.), a la par que combatía las teorías de todas estas sectas y escuelas, Marx fue forjando la táctica común de la lucha proletaria de la clase obrera en los distintos países. Después de la caída de la Comuna de París en 1871, que Marx analizó (en La guerra civil en Francia, 1871) de modo tan profundo, certero, brillante y eficaz, como revolucionario -- y a raíz de la escisión de la In ternacional provocada por los bakuninistas --, esta última ya no pudo seguir existiendo en Europa. Después del Congreso de La Haya (1872), Marx consiguió que el Consejo General de la Internacional se trasladase a Nueva York. La primera Internacional había cumplido su misión histórica y dejaba paso a una época de desarrollo incomparablemente más amplio del movimiento obrero en todos los países del mundo, época en que este movimiento había de desplegarse en extensión, con la creación de partidos obreros socialistas de masas dentro de cada Estado nacional.
Su intensa labor en la Internacional y sus actividades teóricas, aún más intensas, minaron definitivamente la salud de Marx. Prosiguió su obra de relaboración de la economía política y se consagró a terminar El Capital, recopilando con este fin multitud de nuevos documentos y poniéndose a estudiar varios idiomas (entre ellos el ruso), pero la enfermedad le impidió concluir El Capital.
El 2 de diciembre de 1881 murió su esposa, y el 14 de marzo de 1883 Marx se quedó dormido apaciblemente para siempre en su sillón. Está enterrado, junto a su mujer, en el cementerio londinense de Highgate. Varios hijos de Marx murieron en la infancia en Londres, cuando la familia vivía en la miseria. Tres de sus hijas se casaron con socialistas de Inglaterra y Francia: Eleonora Eveling, Laura Lafargue y Jenny Longuet. Un hijo de esta última es miembro del Partido Socialista Francés.


LA DOCTRINA DE MARX

El marxismo es el sistema de las concepciones y de la doctrina de Marx. Este continúa y corona genialmente las tres principales corrientes ideológicas del siglo XIX, que pertenecen a los tres países más avanzados de la humanidad: la filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés, vinculado a las doctrinas revolucionarias france sas en general. La admirable coherencia y la integridad de sus concepciones -- cualidades reconocidas incluso por sus adver sarios --, que constituyen en su conjunto el materialismo y el socialismo científicos contemporáneos como teoría y programa del movimiento obrero de todos los países civilizados del mundo, nos obligan a esbozar brevemente su concepción del mundo en general antes de exponer el contenido esencial del marxismo, o sea, la doctrina económica de Marx.
 
El Materialismo Filosósico
Desde 1844-1845, años en que se formaron sus concepciones, Marx fue materialista y, especialmente, partidario de Ludwig Feuerbach, cuyos puntos débiles vio, más tarde, en la insuficiente consecuencia y amplitud de su materialismo. Para Marx, la significación histórica universal de Feuerbach, que "hizo época", residía precisamente en el hecho de haber roto en forma resuelta con el idealismo de Hegel y proclamado el materialismo, que ya "en el siglo XVIII, sobre todo en Francia, representaba la lucha, no sólo contra las instituciones políticas existentes y al mismo tiempo contra la religión y la teología, sino también [. . .] contra la metafísica en general" (entendiendo por ella toda "especulación ebria", a diferencia de la "filosofía sobria") (La Sagrada Familia, en La herencia literaria ). "Para Hegel -- escribía Marx --, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real [. . .]. Para mí lo ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre." (C. Marx, El Capital, t. I, "Palabras finales a la 2a ed."). Mostrándose plenamente de acuerdo con esta filosofía materialista de Marx, F. Engels escribía lo siguiente, al exponerla en su Anti-Dühring (véase ), obra cuyo manuscrito conoció Marx: . . . "La unidad del mundo no existe en su ser, sino en su materialidad, que ha sido demostrada [. . .] en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y de las ciencias naturales [. . .]. El movimiento es la forma de existencia de la materia. Jamás, ni en parte alguna, ha existido ni puede existir materia sin movimiento, ni movimiento sin materia [. . .]. Pero si seguimos preguntando qué son y de dónde proceden el pensar y la conciencia, nos encontramos con que son productos del cerebro humano y con que el mismo hombre no es más que un producto de la naturaleza, que se ha desarrollado en un determinado ambiente natural y junto con éste; por donde llegamos a la conclusión lógica de que los productos del cerebro humano, que en última instancia no son tampoco más que productos de la naturaleza, no se contradicen, sino que corresponden al resto de la concatenación de la naturaleza". "Hegel era idealista, es decir, que para él las ideas de nuestra cabeza no son reflejos [Abbilder, esto es, imágenes, pero a veces Engels habla de "reproducciones"] más o menos abstractos de los objetos y fenómenos de la realidad, sino que los objetos y su desarrollo se le antojaban, por el contrario, imágenes de una idea existentes no se sabe dónde, ya antes de que existiese el mundo." En Ludwig Feuerbach [6], obra en la que Engels expone sus ideas y las de Marx sobre la filosofía de Feuerbach, y cuyo original envió a la imprenta después de revisar un antiguo manuscrito suyo y de Marx, que databa de los años 1844-1845, sobre Hegel, Feuerbach y la concepción materialista de la historia, escribe Engels: "El gran problema cardinal de toda filosofía, especialmente de la moderna, es el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza [. . .]. ¿Qué está primero: el espíritu o la naturaleza? [. . .] Los filósofos se dividieron en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban que el espíritu estaba antes que la naturaleza y que, por lo tanto, reconocían, en última instancia, una creación del mundo bajo una u otra forma [. . .], constituyeron el campo del idealismo. Los demás, los que reputaban la naturaleza como principio fundamental, adhirieron a distintas escuelas del materialismo". Todo otro empleo de los conceptos de idealismo y materialismo (en sentido filosófico) sólo conduce a la confusión. Marx rechazaba enérgicamente, no sólo el idealismo -- vinculado siempre, de un modo u otro, a la religión --, sino también los puntos de vista de Hume y Kant, tan difundidos en nuestros días, es decir, el agnosticismo, el criticismo y el positivismo en sus diferentes formas; para Marx esta clase de filosofía era una concesión "reaccionaria" al idealismo y, en el mejor de los casos, una "manera vergonzante de aceptar el materialismo bajo cuerda y renegar de él públicamente". Sobre esto puede consultarse, además de las obras ya citadas de Engels y Marx, la carta de este último a Engels, fechada el 12 de diciembre de 1868, en la que habla de unas manifestaciones del célebre naturalista T. Huxley. En ella, a la vez que hace notar que Huxley se muestra "más materialista" que de ordinario, y reconoce que "si observamos y pensamos realmente, nunca podemos salirnos del materialismo", Marx le reprocha que deje abierto un "portillo" al agnosticismo, a la filosofía de Hume. En particular debemos destacar la concepción de Marx acerca de las relaciones entre la libertad y la necesidad: "La necesidad sólo es ciega en cuanto no se la comprende. La libertad no es otra cosa que el conocimiento de la necesidad" (Engels, Anti-Dühring ) = reconocimiento de la sujeción objetiva de la naturaleza a leyes y de la trasformación dialéctica de la necesidad en libertad (a la par que de la trasformación de la "cosa en sí" no conocida aún, pero cognoscible, en "cosa para nosotros", de la "esencia de las cosas" en "fenómenos"). El defecto fundamental del "viejo" materialismo, incluido el de Feuerbach (y con mayor razón aún el del materialismo "vulgar" de Buchner, Vogt y Moleschott) consistía, según Marx y Engels, en lo siguiente: 1) en que este materialismo era "predominantemente mecanicista" y no tenía en cuenta los últimos progresos de la química y de la biología (a los que habría que agregar en nuestros días los de la teoría eléctrica de la materia); 2) en que el viejo materialismo no era histórico ni dialéctico (sino metafísico, en el sentido de antidialéctico) y no mantenía consecuentemente ni en todos sus aspectos el punto de vista del desarrollo; 3) en que concebían "la esencia del hombre" en forma abstracta, y no como el "conjunto de las relaciones sociales" (históricamente concretas y determinadas), por cuya razón se limitaban a "explicar" el mundo cuando en realidad se trata de "trasformar lo"; es decir, en que no comprendían la importancia de la "actividad práctica revolucionaria".
 
La Dialéctica
La dialéctica hegeliana, o sea, la doctrina más multilateral, más rica en contenido y más profunda del desarrollo, era para Marx y Engels la mayor conquista de la filosofía clásica alemana. Toda otra formulación del principio del desarrollo, de la evolución, les parecía unilateral y pobre, deformadora y mutiladora de la verdadera marcha del desarrollo en la naturaleza y en la sociedad (marcha que a menudo se efectúa a través de saltos, cataclismos y revoluciones). "Marx y yo fuimos casi los únicos que nos planteamos la tarea de salvar [del descalabro del idealismo, incluido el hegelianismo] la dialéctica conciente para traerla a la concepción materialista de la naturaleza." "La naturaleza es la confirmación de la dialéctica, y precisamente son las modernas ciencias naturales las que nos han brindado un extraordinario acervo de datos [¡y esto fue escrito antes de que se descubriera el radio, los electrones, la trasformación de los elementos, etc.!] y enriquecido cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, dialéctica, y no metafísicamente." 
"La gran idea fundamental -- escribe Engels -- de que el mundo no se compone de un conjunto de objetos terminados y acabados, sino que representa en sí un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen inmutables, al igual que sus imágenes mentales en nuestro cerebro, es decir, los conceptos, se hallan sujetos a un continuo cambio, a un proceso de nacimiento y muerte; esta gran idea fundamental se encuentra ya tan arraigada desde Hegel en la conciencia común, que apenas habrá alguien que la discuta en su forma general. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra aplicarla en cada caso particular y en cada campo de investigación." "Para la filosofía dialéctica no existe nada establecido de una vez para siempre, nada absoluto, consagrado.; en todo ve lo que hay de perecedero, y no deja en pie más que el proceso ininterrumpido del aparecer y desaparecer, del infinito movimiento ascensional de lo inferior a lo superior. Y esta misma filosofía es un mero reflejo de ese proceso en el cerebro pensante." Así, pues, la dialéctica es, según Marx, "la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano".
Este aspecto revolucionario de la filosofía hegeliana es el que Marx recoge y desarrolla. El materialismo dialéctico "no necesita de ninguna filosofía situada por encima de las demás ciencias". De la filosofía anterior queda en pie "la teoría del pensamiento y sus leyes, es decir, la lógica formal y la dialéctica". Y la dialéctica, tal como la concibe Marx, y también según Hegel, abarca lo que hoy se llama teoría del conocimiento o gnoseología, ciencia que debe enfocar también su objeto desde un punto de vista histórico, investigando y generalizando los orígenes y el desarrollo del conocimiento, y el paso de la falta de conocimiento al conocimiento. 
En nuestro tiempo, la idea del desarrollo, de la evolución, ha penetrado casi en su integridad en la conciencia social, pero no a través de la filosofía de Hegel, sino por otros caminos. Sin embargo, esta idea, tal como la formularon Marx y Engels, apoyándose en Hegel, es mucho más completa, mucho más rica en contenido que la teoría de la evolución al uso. Es un desarrollo que, al parecer, repite etapas ya recorridas, pero de otro modo, sobre una base más alta ("negación de la negación"), un desarrollo, por decirlo así, en espiral y no en línea recta; un desarrollo que se opera en forma de saltos, a través de cataclismos y revoluciones, que significan "interrupciones de la gradualidad"; un desarrollo que es trasformación de la cantidad en calidad, impulsos internos de desarrollo originados por la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias, que actúan sobre determinado cuerpo, o dentro de los límites de un fenómeno dado o en el seno de una sociedad dada; interdependencia íntima e indisoluble concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno (con la particularidad de que la historia pone constantemente al descubierto nuevos aspectos), concatenación que ofrece un proceso de movimiento único, universal y sujeto a leyes; tales son algunos rasgos de la dialéctica, teoría mucho más empapada de contenido que la (habitual) doctrina de la evolución. (Véase la carta de Marx a Engels del 8 de enero de 1868, en la que se mofa de las "rígidas tricotomías" de Stein, que sería ridículo confundir con la dialéctica materialista.)
 
La Concepción Materialista de la Historia
La conciencia de que el viejo materialismo era una teoría inconsecuente, incompleta y unilateral llevó a Marx a la convicción de que era indispensable "poner en consonancia la ciencia de la sociedad con la base materialista y reconstruirla sobre esta base". Si el materialismo en general explica la conciencia por el ser, y no al contrario, aplicado a la vida social de la humanidad exige que la conciencia social se explique por el ser social. "La tecnología -- dice Marx (en El Capital, t. I) -- pone al descubierto la relación activa del hombre con la naturaleza, el proceso inmediato de producción de su vida, y, a la vez, sus condiciones sociales de vida y de las representaciones espirituales que de ellas se derivan." Y en el "prólogo a su Contribución a la crítica de la economía política ", Marx ofrece una formulación integral de las tesis fundamentales del materialismo aplicadas a la sociedad humana y a su historia. He aquí sus palabras: 
"En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
"El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se erige una superestructura política y jurídica, y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social el que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas de ellas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre la revolución material producida en las condiciones económicas de producción, y que puede verificarse con la precisión propia de las ciencias naturales, y las revoluciones jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, de las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
"Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de si, no podemos juzgar tampoco estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. . ." "A grandes rasgos, podemos señalar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués." (Véase la breve formulación que Marx da en su carta a Engels del 7 de julio de 1866: "Nuestra teoria de que la organización del trabajo está determinada por los medios de producción".)
El descubrimiento de la concepción materialista de la historia, o mejor dicho, la consecuente aplicación y extensión del materialismo al dominio de los fenómenos sociales, superó los dos defectos fundamentales de las viejas teorías de la historia. En primer lugar, estas teorías solamente examinaban, en el mejor de los casos, los móviles ideológicos de la actividad histórica de los hombres, sin investigar el origen de esos móviles, sin captar las leyes objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las relaciones sociales, ni ver las raices de éstas en el grado de desarrollo de la producción material; en segundo lugar, las viejas teorias no abarcaban precisamente las acciones de las masas de la población, mientras que el materialismo histórico permitió estudiar, por vez primera y con la exactitud de las ciencias naturales, las condiciones sociales de la vida de las masas y los cambios operados en estas condiciones. La "sociologia" y la historiografía anteriores a Marx proporcio naban, en el mejor de los casos, un cúmulo de datos crudos, recopilados fragmentariamente, y la descripción de aspectos aislados del proceso histórico. El marxismo señaló el camino para un estudio global y multilateral del proceso de aparición, desarrollo y decadencia de las formaciones económico-sociales, examinando el conjunto de todas las tendencias contradictorias y reduciéndolas a las condiciones, perfectamente determinables, de vida y de producción de las distintas clases de la sociedad, eliminando el subjetivismo y la arbitrariedad en la elección de las diversas ideas "dominantes" o en la interpretación de ellas, y poniendo al descubierto las raíces de todas las ideas sin excepción y de las diversas tendencias que se manifiestan en el estado de las fuerzas productivas materiales. Los hombres hacen su propia historia, ¿pero qué determina los móviles de estos hombres, y precisamente de las masas humanas?; ¿qué es lo que provoca los choques de ideas y las aspiraciones contradictorias?; ¿qué representa el conjunto de todos estos choques que se producen en la masa entera de las sociedades humanas?; ¿cuáles son las condiciones objetivas de producción de la vida material que crean la base de toda la actividad histórica de los hombres?; ¿cuál es la ley que rige el desenvolvimiento de estas condiciones? Marx concentró su atención en todo esto y trazó el camino para estudiar científicamente la historia como un proceso único, regido por leyes, en toda su inmensa diversidad y con su carácter contradictorio.
 
La Lucha de Clases
Todo el mundo sabe que en cualquier sociedad las aspiraciones de una parte de sus miembros chocan abiertamente con las aspiraciones de otros, que la vida social está llena de contradicciones, que la historia nos muestra una lucha entre pueblos y sociedades, así como en su propio seno; todo el mundo sabe también que se suceden los períodos de revolución y reacción, de paz y de guerras, de estancamiento y de rápido progreso o decadencia. El marxismo nos proporciona el hilo conductor que permite descubrir una sujeción a leyes en este aparente laberinto y caos, a saber: la teoría de la lucha de clases. Sólo el estudio del conjunto de las aspiraciones de todos los miembros de una sociedad dada o de un grupo de sociedades, puede conducirnos a una determinación científica del resultado de esas aspiraciones. Ahora bien, la fuente de que brotan esas aspiraciones contradictorias son siempre las diferencias de situación y de condiciones de vida de las clases en que se divide cada sociedad. "La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días -- dice Marx en el Manifiesto Comunista (exceptuando la historia del régimen de la comunidad primitiva, añade más tarde Engels) -- es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales; en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la trasformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes [. . .]. La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Unicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresion, las viejas formas de lucha, por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado." A partir de la Gran Revolución Francesa, la historia de Europa pone de relieve en distintos países, con especial evidencia, el verdadero fondo de los acontecimientos, la lucha de clases. Y ya en la época de la restauración se destacan en Francia algunos historiadores (Thierry, Guizot, Mignet y Thiers) que, al generalizar los acontecimientos, no pudieron dejar de reconocer que la lucha de clases era la clave para la comprensión de toda la historia francesa. Y la época contemporánea, es decir, la época que señala el triunfo completo de la burguesía y de las instituciones representativas, del sufragio amplio (cuando no universal), de la prensa diaria barata que llega a las masas, etc., la época de las poderosas asociaciones obreras y patronales cada vez más vastas, etc., pone de manifiesto de un modo todavía más patente (aunque a veces en forma unilateral, "pacífica" y "constitucional") que la lucha de clases es la fuerza motriz de los acontecimientos. El siguiente pasaje del Manifiesto Comunista nos revela lo que Marx exigía de la ciencia social en cuanto al análisis objetivo de la situación de cada clase en la sociedad moderna y en relación con el examen de las condiciones de desarrollo de cada clase: "De todas las clases que hoy se enfrentan con ía burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar. Las capas medias -- el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano y el campesino -- , todas ellas luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales capas medias. No son, pues, revolucionarias, sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que pretenden volver atrás la rueda de la historia. Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado; defendiendo así, no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado". En una serie de obras históricas (véase la Bibliografía ), Marx nos ofrece brillantes y profundos ejemplos de historiografía materialista, de análisis de la situación de cadaclase en particular y a veces de los diferentes grupos o capas que se manifiestan dentro de ella, mostrando palmariamente por qué y cómo "toda lucha de clases es una lucha política". El pasaje que acabamos de citar ilustra cuán intrincada es la red de relaciones sociales y fases de transición de una clase a otra, del pasado al porvenir, que Marx analiza para determinar la resultante total del desarrollo histórico.
La confirmación y aplicación más profunda, más completa y detallada de la teoría de Marx es su doctrina económica. 


LA DOCTRINA ECONÓMICA DE MARX

"Y la finalidad última de esta obra -- dice Marx en el prólogo a El Capital -- es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna", es decir, de la sociedad capitalista, burguesa. El estudio de las relaciones de producción de una sociedad dada, históricamente determinada, en su aparición, desarrollo y decadencia: tal es el contenido de la doctrina económica de Marx. En la sociedad capitalista impera la producción de mercancías ; por eso, el análisis de Marx empieza con el análisis de la mercancía.
 
El Valor
La mercancía es, en primer lugar, una cosa que satisface una determinada necesidad humana y, en segundo lugar, una cosa que se cambia por otra. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. El valor de cambio (o, sencillamente el valor) es, ante todo, la relación o proporción en que se cambia cierto número de valores de uso de una clase por un determinado número de valores de uso de otra clase. La experiencia diaria nos muestra que, a través de millones y miles de millones de esos actos de intercambio, se equiparan constantemente todo género de valores de uso, aun los más diversos y menos equiparables entre sí. ¿Qué es lo que tienen de común esos diversos objetos, que constantemente son equiparados entre sí en determinado sistema de relaciones sociales? Tienen de común el que todos ellos son productos del trabajo. Al cambiar sus productos, los hombres equiparan los mas diversos tipos de trabajo. La producción de mercancías es un sistema de relaciones sociales en que los distintos productores crean diversos productos (división social del trabajo), y todos estos productos se equiparan entre sí por medio del cambio. Por lo tanto, lo que todas las mercancías encierran de común no es el trabajo concreto de una determinada rama de producción, no es un trabajo de determinado tipo, sino el trabajo humano abstracto, el trabajo humano en general. Toda la fuerza de trabajo de una sociedad dada, representada por la suma de valores de todas las mercancías, es una y la misma fuerza humana de trabajo; así lo evidencian miles de millones de actos de cambio. Por consiguiente, cada mercancía en particular no representa más que una determinada parte del tiempo de trabajo socialmente necesario. La magnitud del valor se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario o por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir cierta mercancía o cierto valor de uso. "Al equiparar unos con otros, en el cambio, sus diversos productos, lo que hacen los hombres es equiparar entre sí sus diversos trabajos como modalidades del trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen." El valor es, como dijo un viejo economista, una relación entre dos personas; pero debió añadir simplemente: relación encubierta por una envoltura material. Sólo partiendo del sistema de relaciones sociales de producción de una formación social históricamente determinada, relaciones que se manifiestan en el fenómeno masivo del cambio, repetido miles de millones de veces, podemos comprender lo que es el valor. "Como valores, las mercancías no son más que cantidades determinadas de tiempo de trabajo coagulado." Después de analizar en detalle el doble carácter del trabajo materializado en las mercancías, Marx pasa al análisis de la forma del valor y del dinero. Con ello se propone, fundamentalmente, investigar el origende la forma monetaria del valor, estudiar el proceso histórico de desenvolvimiento del cambio, comenzando por las operaciones sueltas y fortuitas de trueque ("forma simple, suelta o fortuita del valor", en que una cantidad de mercancía es cambiada por otra) hasta remontarse a la forma universal del valor, en que mercancías diferentes se cambian por una mercancía concreta, siempre la misma, y llegar a la forma monetaria del valor, en que la función de esta mercancía, o sea, la función de equivalente universal, la desempeña el oro. El dinero, producto supremo del desarrollo del cambio y de la producción de mercancías, disfraza y oculta el carácter social de los trabajos privados, la concatenación social existente entre los diversos productores unidos por el mercado. Marx somete a un análisis extraordinariamente minucioso las diversas funciones del dinero, debiendo advertirse, pues tiene gran importancia, que en este caso (como, en general, en todos los primeros capítulos de El Capital ) la forma abstracta de la exposición, que a veces parece puramente deductiva, recoge en realidad un gigantesco material basado en hechos sobre la historia del desarrollo del cambio y de la producción de mercancías. "El dinero presupone cierto nivel del cambio de mercancías. Las diversas formas del dinero -- simple equivalente de mercancías o medio de circulación, medio de pago, de atesoramiento y dinero mundial -- señalan, según el distinto volumen y predominio relativo de tal o cual función, fases muy distintas del proceso social de producción" (El Capital, I).
 
La Plusvalía
Al alcanzar la producción de mercancías determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero) -- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra. Por el contrario, la fórmula general del capital es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital, como relación social de producción particular, históricamente determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo "suplementario") crea un "plusproducto" no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía. Por consiguiente, desde el punto de vista del proceso de la producción, en el capital hay que distinguir dos partes: capital constante, invertido en medios de producción (máquinas, instrumentos de trabajo, materias primas, etc.) -- y cuyo valor se trasfiere sin cambio de magnitud (de una vez o en partes) a las mercancías producidas --, y capital variable, invertido en fuerza de trabajo. El valor de este capital no permanece invariable, sino que se acrecienta en el proceso del trabajo, al crear la plusvalía. Por lo tanto, para expresar el grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía obtenida, no con el capital global, sino exclusivamente con el capital variable. La cuota de plusvalía, como llama Marx a esta relación, sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento.
Las premisas históricas para la aparición del capital son: primera, la acumulación de determinada suma de dinero en manos de ciertas personas, con un nivel de desarrollo relativamente alto de la producción de mercancías en general ¡ segunda, la existencia de obreros "libres" en un doble sentido -- libres de todas las trabas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza de trabajo, y libres por carecer de tierra y, en general, de medios de producción --, de obreros desposeídos, de obreros "proletarios" que, para subsistir, no tienen más recursos que la venta de su fuerza de trabajo. 
Dos son los modos principales para poder incrementar la plusvalía: mediante la prolongación de la jornada de trabajo ("plusvalía absoluta") y mediante la reducción del tiempo de trabajo necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el primer modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervención del poder estatal, primero para prolongarla (en el período que media entre los siglos XIV y XVII) y después para reducirla (legislación fabril del siglo XIX). Desde la aparición de El Capital, la historia del movimiento obrero de todos los países civilizados ha aportado miles y miles de nuevos hechos que ilustran este panorama.
Al proceder a su análisis de la producción de plusvalía relativa, Marx investiga las tres etapas históricas fundamenta les de la elevación de la productividad del trabajo por el capitalismo: 1) la cooperación simple; 2) la división del trabajo y la manufactura; 3) la maquinaria y la gran industria. La profundidad con que Marx aquí pone de relieve los rasgos fundamentales y típicos del desarrollo del capitalismo nos demuestra, entre otras cosas, el hecho de que el estudio de la llamada industria de los kustares* en Rusia ha aportado un abundantísimo material para ilustrar las dos primeras etapas de las tres mencionadas. En cuanto a la acción revolucionaria de la gran industria maquinizada, descrita por Marx en 1867, durante el medio siglo trascurrido desde entonces ha venido a revelarse en toda una serie de países "nuevos" (Rusia, Japón, etc.).
Prosigamos. Importantísimo y nuevo es el análisis de Marx de la acumulación del capital, es decir, de la trasformación de una parte de la plusvalía en capital, y de su empleo, no para satisfacer las necesidades personales o los caprichos del capitalista, sino para renovar la producción. Marx hace ver el error de toda la economía política clásica anterior (desde Adam Smith) al suponer que toda la plusvalía que se convertía en capital pasaba a formar parte del capital variable, cuando en realidad se descompone en medios de producción más capital variable. En el proceso de desarrollo del capitalismo y de su trasformación en socialismo tiene una inmensa importancia el que la parte del capital constante (en la suma total del capital) se incremente con mayor rapidez que la parte del capital variable.
Al acelerar el desplazamiento de los obreros por la maquinaria, produciendo riqueza en un polo y miseria en el polo opuesto, la acumulación del capital crea también el llamado "ejército industrial de reserva", el "sobrante relativo" de obreros o "superpoblación capitalista", que reviste formas extraordinariamente diversas y permite al capital ampliar la producción con singular rapidez. Esta posibilidad, relacionada con el crédito y la acumulación de capital en medios de producción, nos proporciona, entre otras cosas, la clave para comprender las crisis de superproducción, que estallan periódicamente en los países capitalistas, primero cada diez años, término medio, y luego con intervalos mayores y menos precisos. De la acumulación del capital sobre la base del capitalismo hay que distinguir la llamada acumulación primitiva, que se lleva a cabo mediante la separación violenta del trabajador de los medios de producción, expulsión del campesino de su tierra, robo de los terrenos comunales, sistema colonial, sistema de la deuda pública, tarifas aduaneras proteccionistas, etc. La "acumulación primitiva" crea en un polo al proletario "libre" y en el otro al poseedor del dinero, el capitalista. 
Marx caracteriza la "tendencia histórica de la acumulación capitalista" con las famosas palabras siguientes: "La expropiación del productor directo se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y bajo el acicate de las pasiones más infames, más sucias, más mezquinas y más desenfrenadas. La propiedad privada, fruto del propio trabajo [del campesino y del artesano], y basada, por decirlo así, en la compenetración del obrero individual e independiente con sus instrumentos y medios de trabajo, es desplazada por la propiedad privada capitalista, basada en la explotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque formalmente libre [. . .]. Ahora ya no se trata de expropiar al trabajador dueño de una economía independiente, sino de expropiar al capitalista explotador de numerosos obreros. Esta expropiación la lleva a cabo el juego de las leyes inmanentes de la propia producción capitalista, la centralización de los capitales. Un capitalista derrota a otros muchos. Paralelamente con esta centralización del capital o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en una escala cada vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación técnica conciente de la ciencia, la explotación planificada de la tierra, la trasformación de los medios de trabajo en medios de trabajo utilizables sólo colectivamente, la economía de todos los medios de producción al ser empleados como medios de producción de un trabajo combinado, social, la absorción de todos los países por la red del mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter internacional del régimen capitalista. Conforme disminuye progresivamente el número de magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todos los beneficios de este proceso de trasformación, crece la masa de la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la degeneración, de la explotación; pero crece también la rebeldía de la clase obrera, que es aleccionada, unificada y organizada por el mecanismo del propio proceso capitalista de producción El monopolio del capital se convierte en grillete del modo de producción que ha crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que son ya incompatibles con su envoltura capitalista. Esta envoltura estalla. Suena la hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados" (EI Capital, t. I). 
También es sumamente importante y nuevo el análisis que hace Marx más adelante de la reproducción del capital social, considerado en su conjunto, en el tomo II de El Capital. Tampoco en este caso toma Marx un fenómeno individual, sino de masas; no toma una parte fragmentaria de la economía de la sociedad, sino toda la economía en su conjunto. Rectificando el error en que incurren los economistas clásicos antes mencionados, Marx divide toda la producción social en dos grandes secciones: 1) producción de medios de producción y 2) producción de artículos de consumo. Y, apoyándose en cifras, analiza minuciosamente la circulación del capital social en su conjunto, tanto en la reproducción de envergadura anterior como en la acumulación. En el tomo III de El Capital se resuelve, sobre la base de la ley del valor, el problema de la formación de la cuota media de ganancia. Constituye un gran progreso en la ciencia económica el que Marx parta siempre, en sus análisis, de los fenómenos económicos generales, del conjunto de la economía social, y no de casos aislados o de las manifestaciones superficiales de la competencia, que es a lo que suele limitarse la economía política vulgar o la moderna "teoría de la utilidad límite". Marx analiza primero el origen de la plusvalía y luego pasa a ver su descomposición en ganancia, interés y renta del suelo. La ganancia es la relación de la plusvalía con todo el capital invertido en una empresa. El capital de "alta composición orgánica" (es decir, aquel en el cual el capital constante predomina sobre el variable en proporciones superiores a la media social) arroja una cuota de ganancia inferior a la cuota media. El capital de "baja composición orgánica" da, por el contrario, una cuota de ganancia superior a la media. La competencia entre los capitales, su libre paso de unas ramas de producción a otras, reducen en ambos casos la cuota de ganancia a la cuota media. La suma de los valores de todas las mercancías de una sociedad dada coincide con la suma de precios de estas mercancías; pero en las distintas empresas y en las diversas ramas de producción las mercancías, bajo la presión de la competencia, no se venden por su valor, sino por el precio de producción, que equivale al capital invertido más la ganancia media.
Así, pues, un hecho conocido de todos, e indiscutible, es decir, el hecho de que los precios difieren de los valores y de que las ganancias se nivelan, lo explica Marx perfectamente partiendo de la ley del valor, pues la suma de los valores de todas las mercancías coincide con la suma de sus precios. Sin embargo, la reducción del valor (social) a los precios (individuales) no es una operación simple y directa, sino que sigue una vía indirecta y muy complicada: es perfectamente natural que en una sociedad de productores de mercancías dispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyes que rigen esa sociedad no puedan manifestarse más que como leyes medias, sociales, generales, con una compensación mutua de las desviaciones individuales manifestadas en uno u otro sentido. 
La elevación de la productividad del trabajo significa un incremento más rápido del capital constante en comparación con el variable. Pero como la creación de plusvalía es función privativa de éste, se comprende que la cuota de ganancia (o sea, la relación que guarda la plusvalía con todo el capital, y no sólo con su parte variable) acuse una tendencia a la baja. Marx analiza minuciosamente esta tendencia, así como las diversas circunstancias que la ocultan o contrarrestan. Sin detenernos a exponer los capítulos extraordinariamente interesantes del tomo III, que estudian el capítulo usurario, comercial y financiero, pasaremos a lo esencial, a la teoría de la renta del suelo. Debido a la limitación de la superficie de la tierra, que en los países capitalistas es ocupada enteramente por los propietarios particulares, el precio de producción de los productos agrícolas no lo determinan los gastos de producción en los terrenos de calidad media, sino en los de calidad inferior; no lo determinan las condiciones medias en que el producto se lleva al mercado, sino las condiciones peores. La diferencia existente entre este precio y el de producción en las tierras mejores (o en condiciones más favorables de producción) da lugar a una diferencia o renta diferencial. Marx analiza detenidamente la renta diferencial y de muestra que brota de la diferente fertilidad del suelo, de la diferencia de los capitales invertidos en el cultivo de las tierras, poniendo totalmente al descubierto (véase también la Teoría de la plusvalía, donde merece una atención especial la crítica que hace a Rodbertus) el error de Ricardo, según el cual la renta diferencial sólo se obtiene con el paso sucesivo de las tierras mejores a las peores. Por el contrario, se dan también casos inversos: tierras de una clase determinada se trasforman en tierras de otra clase (gracias a los progresos de la técnica agrícola, a la expansión de las ciudades, etc.), por lo que la tristemente célebre "ley del rendimiento decreciente del suelo" es profundamente errónea y representa un intento de cargar sobre la naturaleza los defectos, las limitaciones y contradicciones del capitalismo. Además, la igualdad de ganancias en todas las ramas de la industria y de la economía nacional presupone la plena libertad de competencia, la libertad de trasferir los capitales de una rama de producción a otra. Pero la propiedad privada sobre el suelo crea un monopolio, que es un obstáculo para la libre trasferencia. En virtud de ese monopolio, los productos de la economía agrícola, que se distingue por una baja composición del capital y, en consecuencia, por una cuota de ganancia individual más alta, no entran en el proceso totalmente libre de nivelación de las cuotas de ganancia. El propietario de la tierra, como monopolista, puede mantener sus precios por encima del nivel medio, y este precio de monopolio origina la renta absoluta. La renta diferencial no puede ser abolida mientras exista el capitalismo; en cambio, la renta absoluta puede serlo; por ejemplo, cuando se nacionaliza la tierra, convirtiéndola en propiedad del Estado. Este paso significaría el socavamiento del monopolio de los propietarios privados, así como una aplicación más consecuente y plena de la libre competencia en la agricultura. Por eso los burgueses radicales, advierte Marx, han presentado repetidas veces a lo largo de la historia esta reivindicación burguesa progresista de la nacionalización de la tierra, que asusta, sin embargo, a la mayoría de los burgueses, pues "afecta" demasiado de cerca a otro monopolio mucho más importante y "sensible" en nuestros días: el monopolio de los medios de producción en general. (El propio Marx expone en un lenguaje muy popular, conciso y claro su teoría de la ganancia media sobre el capital y de la renta absoluta del suelo, en la carta que dirige a Engels el 2 de agosto de 1862. Véase Correspondencia, t. III, págs. 77-81, y también en las págs. 86-87, la carta del 9 de agosto de 1862.) Para la historia de la renta del suelo resulta importante señalar el análisis en que Marx demuestra cómo la trasformación de la renta en trabajo (cuando el campesino crea el plusproducto trabajando en la hacienda del terrateniente) en renta natural o renta en especie (cuando el campesino crea el plusproducto en su propia tierra, entregándolo luego al terrateniente bajo una "coerción extraeconómica"), después en renta en dinero (que es la misma renta en especie, sólo que convertida en dinero, el obrok, censo de la antigua Rusia, en virtud del desarrollo de la producción de mercancías) y finalmente, en la renta capitalista, cuando en lugar del campesino es el patrono quien cultiva la tierra con ayuda del trabajo asalariado. En relación con este análisis de la "génesis de la renta capitalista del suelo", hay que señalar una serie de profundas ideas (que tienen una importancia especial para los países atrasados, como Rusia) expuestas por Marx acerca de la evolución del capitalismo en la agricultura."La trasformación de la renta natural en renta en dinero va, además, no sólo necesariamente acompaña da, sino incluso anticipada por la formación de una clase de jornaleros desposeídos, que se contratan por dinero. Durante el período de nacimiento de dicha clase, en que ésta sólo aparece en forma esporádica, va desarrollándose, por lo tanto, necesariamente, en los campesinos mejor situados y sujetos a obrok, la costumbre de explotar por su cuenta a jornaleros agrícolas, del mismo modo que ya en la época feudal los campesinos más acomodados sujetos a vasallaje tenían a su servicio a otros vasallos. Esto va permitiendoles acumular poco a poco cierta fortuna y convertirse en futuros capitalistas. De este modo va formándose entre los antiguos poseedores de la tierra que la trabajaban por su cuenta, un semillero de arrendatarios capitalistas, cuyo desarrollo se halla condicionado por el desarrollo general de la producción capitalista fuera del campo. . ." (El Capital, t. III2a, 332). "La expropiación, el desahucio de una parte de la población rural no sólo 'libera' para el capital industrial a los obreros, sus medios de vida y sus materiales de trabajo, sino que además crea el mercado interior." (El Capital, t. I2a, pág. 778). La depauperación y la ruina de la población del campo influyen, a su vez, en la formación del ejército industrial de reserva para el capital. En todo país capitalista "una parte de la población rural se encuentra constantemente en trance de trasformarse en población urbana o manufacturera [es decir, no agrícola]. Esta fuente de superpoblación relativa flota constantemente [. . .]. El obrero agrícola se ve constantemente reducido al salario mínimo y vive siempre con un pie en el pantano del pauperismo" (El Capital, I2a, 668). La propiedad privada del campesino sobre la tierra que cultiva es la base de la pequeña producción y la condición para que ésta florezca y adquiera una forma clásica. Pero esa pequeña producción sólo es compatible con los límites estrechos y primitivos de la producción y de la sociedad. Bajo el capitalismo "la explotación de los campesinos se distingue de la explotación del proletariado industrial sólo por la forma. El explotador es el mismo: el capital. Individualmente, los capitalistas explotan a los campesinos individuales por medio de la hipoteca y de la usura; la clase capitalista explota a la clase campesina por medio de los impuestos del Estado" (Las luchas de clases en Francia ). "La parcela del campesino sólo es ya el pretexto que permite al capitalista extraer de la tierra ganancias, intereses y renta, dejando al agricultor que se las arregle para sacar como pueda su salario." (El Diecíocho Brumario.) Habitualmente, el campesino entrega incluso a la sociedad capitalista, es decir, a la clase capitalista, una parte de su salario, descendiendo "al nivel del arrendatario irlandés, aunque en apariencia es un propietario privado" (Las luchas de clases en Francia ). ¿Cuál es "una de las causas por las que en países en que predomina la propiedad parcelaria, el trigo se cotice a precio más bajo que en los países en que impera el régimen capitalista de producción"? (El Capital, t. III2a, 340). La causa es que el campesino entrega gratuitamente a la sociedad (es decir, a la clase capitalista) una parte del plusproducto. "Estos bajos precios [del trigo y los demás productos agrícolas] son, pues, un resultado de la pobreza de los productores y no, ni mucho menos, consecuencia de la productividad de su trabajo" (El Capital, t. III2a, 340). Bajo el capitalismo, la pequeña propiedad agraria, forma normal de la pequeña producción, degenera, se destruye y desaparece. "La pequeña propiedad agraria, por su propia naturaleza, es incompatible con el desarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo, con las formas sociales del trabajo, con la concentración social de los capitales, con la ganadería en gran escala y con la utilización progresiva de la ciencia. La usura y el sistema de impuestos la conduce, inevitablemente, por doquier, a la ruina. El capital invertido en la compra de la tierra es sustraído al cultivo de ésta. Dispersión infinita de los medios de producción y diseminación de los productores mismos. [Las cooperativas, es decir, las asociaciones de pequeños campesinos, cumplen un extraordinario papel progresista desde el punto de vista burgués, pero sólo pueden conseguir atenuar esta tendencia, sin llegar a suprimirla; además, no se debe olvidar que estas cooperativas dan mucho a los campesinos acomodados y muy poco o casi nada a la masa de campesinos pobres, ni debe olvidarse tampoco que las propias asociaciones terminan por explotar el trabajo asalariado.] Inmenso derroche de energía humana; empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y encarecimiento de los medios de producción: tal es la ley de la [pequeña] propiedad parcelaria." En la agricultura, lo mismo que en la industria, el capitalismo sólo trasforma el proceso de producción a costa del "martirologio de los productores". "La dispersión de los obreros del campo en grandes superficies quebranta su fuerza de resistencia, al paso que la concentración robustece la fuerza de resistencia de los obreros de la ciudad. Al igual que en la industria moderna, en la moderna agricultura, es decir en la capitalista, la intensificación de la fuerza productiva y la más rápida movilización del trabajo se consiguen a costa de devastar y agotar la fuerza obrera de trabajo. Además, todos los progresos realizados por la agricultura capitalista no son solamente progresos en el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar la tierra [. . .]. Por lo tanto, la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción, minando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre". (EI Capital, t. I, final del capítulo XIII)
 

EL SOCIALISMO

Por lo expuesto, se ve que Marx llega a la conclusión de que es inevitable la trasformación de la sociedad capitalista en socialista basándose única y exclusivamente en la ley económica del movimiento de la sociedad moderna. La socialización del trabajo, que avanza cada vez con mayor rapidez bajo miles de formas, y que durante el medio siglo trascurrido desde la muerte de Marx se manifiesta en forma muy palpable en el incremento de la gran producción, de los cártels, los sindicatos y los trusts capitalistas, y en el gigantesco crecimiento del volumen y el poderío del capital financiero, es la base material más importante del advenimiento inevitable del socialismo. El motor intelectual y moral de esta trasformación, su agente físico, es el proletariado, educado por el propio capitalismo. Su lucha contra la burguesía, que se manifiesta en las formas más diversas, y cada vez más ricas en contenido, se convierte inevitablemente en lucha política por la conquista de su propio poder político (la "dictadura del proletariado"). La socialización de la producción no puede dejar de conducir a la trasformación de los medios de producción en propiedad social, es decir, a la "expropiación de los expropiadores". La enorme elevación de la productividad del trabajo, la reducción de la jornada de trabajo y la sustitución de los vestigios, de las ruinas de la pequeña producción, primitiva y desperdigada, por el trabajo colectivo perfeccionado: tales son las consecuencias directas de esa trasformación. El capitalismo rompe de modo definitivo los vínculos de la agricultura con la industria pero a la vez, al llegar a la culminación de su desarrollo, prepara nuevos elementos para restablecer esos vínculos, la unión de la industria con la agricultura, sobre la base de la aplicación conciente de la ciencia, de la combinación del trabajo colectivo y de un nuevo reparto de la población (acabando con el abandono del campo, con su aislamiento del mundo y con el atraso de la población rural, como también con la aglomeración antinatural de gigantescas masas humanas en las grandes ciudades). Las formas superiores del capitalismo actual preparan nuevas relaciones familiares, nuevas condiciones para la mujer y para la educación de las nuevas generaciones: el trabajo de las mujeres y de los niños, y la disolución de la familia patriarcal por el capitalismo, asumen inevitablemente en la sociedad moderna las formas más espantosas, miserables y repulsivas. No obstante, "la gran industria, al asignar a la mujer al joven y al niño de ambos sexos un papel decisivo en los procesos socialmente organizados de la producción, arrancándolos con ello a la órbita doméstica, crea las nuevas bases económicas para una forma superior de familia y de relaciones entre ambos sexos. Tan necio es, naturalmente, considerar absoluta la forma cristiano-germánica de la familia, como lo sería atribuir ese carácter a la forma romana antigua, a la antigua forma griega o a la forma oriental, entre las cuales media, por lo demás, un lazo de continuidad histórica. Y no es menos evidente que la existencia de un personal obrero combinado, en el que entran individuos de ambos sexos y de las más diversas edades, aunque hoy, en su forma capitalista primitiva y brutal, en que el obrero existe para el proceso de producción y no éste para el obrero, sea fuente apestosa de corrupción y esclavitud, bajo las condiciones que corresponden a este régimen necesariamente se trocará en fuente de evolución humana" (El Capital, t. I, final del cap. XIII). Del sistema fabril brota "el germen de la educación del porvenir en la que se combinará para todos los niños a partir de cierta edad el trabajo productivo con la enseñanza y la gimnasia, no sólo como método para intensificar la producción social, sino también como el único método que permite producir hombres plenamente desarrollados" (Loc. cit.). Sobre esa misma base histórica plantea el socialismo de Marx los problemas de la nacionalidad y del Estado, no limitándose a una explicación del pasado, sino previendo audazmente el porvenir y en el sentido de una intrépida actuación práctica encaminada a su realización. Los estados nacionales son el fruto inevitable y, además, una forma inevitable de la época burguesa de desarrollo de la sociedad. Y la clase obrera no podía fortalecerse, alcanzar su madurez y formarse, sin "organizarse en el marco de la nación", sin ser "nacional" ("aunque de ningún modo en el sentido burgués"). Pero el desarrollo del capitalismo va destruyendo cada vez más las barreras nacionales, pone fin al aislamiento nacional y sustituye los antagonismos nacionales por los antagonismos de clase. Por eso es una verdad innegable que en los países capitalistas adelantados "los obreros no tienen patria" y que la "conjunción de los esfuerzos" de los obreros, al menos de los países civilizados, "es una de las primeras condiciones de la emancipación del proletariado" (Manifiesto Comunista). El Estado, es decir, la violencia organizada, surgió inevitablemente en determinada fase del desarrollo social, cuando la sociedad se dividió en clases antagónicas y su existencia se hubiera hecho imposible sin un "poder" situado, aparentemente, por encima de la sociedad y hasta cierto punto seperado de ella. El Estado, fruto de los antagonismos de la clase, se convierte en "el Estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que, con ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y la explotación de la clase oprimida. Así, el Estado de la antiguedad era, ante todo, el Estado de los esclavistas, para tener sometidos a los esclavos; el Estado feudal era el órgano de que se valía la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos, y el moderno Estado representativo es el instrumento de que se sirve el capital para explotar el trabajo asalariado" (Engels, El origen de la familiala propiedad privada y el Estado, obra en la que el autor expone sus propias ideas y las de Marx). Incluso la forma más libre y progresista del Estado burgués, la república democrática, no suprime de ningún modo este hecho; lo único que hace es variar su forma (vínculos del gobierno con la Bolsa, corrupción -- directa o indirecta -- de los funcionarios y de la prensa, etc.). El socialismo, que conduce a la abolición de las clases, conduce con ello a la supresión del Estado. "El primer acto -- escribe Engels en su Anti-Dühring -- en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de la sociedad, la expropiación de los medios de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención del poder del Estado en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro de la vida social y cesará por sí misma. El gobierno sobre las personas será sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será 'abolido' y se extinguirá." "La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antiguedades, junto a la rueca y al hacha de bronce" (F. Engels, El origen de la familiala propiedad privada y el Estado.
Por último, en relación con el problema de la actitud del socialismo de Marx hacia los pequeños campesinos, que seguirán existiendo en la época de la expropiación de los expropiadores, debemos señalar unas palabras de Engels, que expresan a su vez las ideas de Marx: "Cuando tengamos en nuestras manos el poder estatal, no podremos pensar en expropiar violentamente a los pequeños campesinos (con indemnización o sin ella) como habrá que hacerlo con los grandes terratenientes. Con respecto a los pequeños campesinos, nuestra misión consistirá, ante todo, en encauzar su producción individual y su propiedad privada hacia un régimen cooperativo, no de un modo violento, sino mediante el ejemplo y ofreciéndoles la ayuda social para este fin. Y entonces es indudable que nos sobrarán medios para hacer ver al campesino todas las ventajas que le dará semejante paso, ventajas que le deben ser explicadas desde ahora"[7] (Engels, El problema agrario en Occidente, ed. de Alexéieva, pág. 17; la trad. rusa contiene errores. Véase el original en Neue Zeit ).
 

LA TÁCTICA DE LA LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO

Después de esclarecer, ya en los años 1844-1845, uno de los defectos fundamentales del antiguo materialismo, que consiste en no comprender las condiciones de la actividad revolucionaria práctica, ni apreciar su importancia, Marx consagra, a lo largo de su vida, una intensa atención, a la vez que a los trabajos teóricos, a los problemas tácticos de la lucha de clase del proletariado. Todas las obras de Marx, y en particular los cuatro volúmenes de su correspondencia con Engels, publicados en 1913, nos ofrecen a este respecto una documentación copiosísima. Estos documentos distan mucho de estar debidamente recopilados, sistematizados, estudiados y analizados. Por eso tendremos que limitarnos aquí exclusivamente a algunas observaciones muy generales y breves, subrayando que el materialismo, despojado de e s t easpecto, era justamente para Marx un materialismo a medias, unilateral, sin vida. Marx trazó el objetivo fundamental de la táctica del proletariado en rigurosa consonancia con todas las premisas de su concepción materialista dialéctica del mundo. Sólo considerando en forma objetiva el conjunto de las relaciones mutuas de todas las clases, sin excepción, de una sociedad dada, y teniendo en cuenta, por lo tanto, el grado objetivo de desarrollo de esta sociedad y sus relaciones mutuas y con otras sociedades, podemos disponer de una base que nos permita trazar certeramente la táctica de la clase de vanguardia. A este respecto, todas las clases y todos los países se examinan de un modo dinámico, no estático; es decir, no como algo inmóvil, sino en movimiento (movimiento cuyas leyes emanan de las condiciones económicas de vida de cada clase). A su vez, el movimiento se estudia, no sólo desde el punto de vista del pasado, sino también del porvenir, y, además, no con el criterio vulgar de los "evolucionistas", que sólo ven los cambios lentos, sino dialécticamente: "En desarrollos de tal magnitud, veinte años son más que un día -- escribía Marx a Engels --, aun cuando en el futuro puedan venir días en que estén corporizados veinte años". (Correspondencia, t. III, pág. 127)[8] La táctica del proletariado debe tener presente, en cada grado de desarrollo, en cada momento, esta dialéctica objetivamente inevitable de la historia humana; por una parte, aprovechando las épocas de estancamiento político o de desarrollo a paso de tortuga -- la llamada evolución "pacífica" -- para elevar la conciencia, la fuerza y la capacidad combativa de la clase avanzada, y por otra parte, encauzando toda esta labor de aprovechamiento hacia el "objetivo final" del movimiento de dicha clase capacitándola para resolver prácticamente las grandes tareas de los grandes días "en que estén corporizados veinte años". Sobre esta cuestión hay dos apreciaciones de Marx que tienen gran importancia: una, de la Miseria de la filosofia, se refiere a la lucha económica y a las organizaciones económicas del proletariado; la otra es del Manifiesto Comunista y se refiere a sus tareas políticas. La primera dice así: "La gran industria concentra en un solo lugar una multitud de personas que se desconocen entre sí. La competencia divide sus intereses. Pero la defensa de su salario, es decir, este interés común frente a su patrono, los une en una idea común de resistencia, de coalición [. . .]. Las coaliciones, al principio aisladas, forman grupos y la defensa de sus asociaciones frente al capital, siempre unido, acaba siendo para los obreros más necesaria que la defensa de sus salarios [. . .]. En esta lucha, que es una verdadera guerra civil, se van aglutinando y desarrollando todos los elementos para la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición adquiere un carácter político". He aquí, ante nosotros, el programa y la táctica de la lucha económica y del movimiento sindical para varios decenios, para toda la larga época durante la cual el proletariado prepara sus fuerzas "para la batalla futura". Compárese esto con los numerosos ejemplos que Marx y Engels sacan del movimiento obrero inglés, de cómo la "prosperidad" industrial da lugar a intentos de "comprar al proletariado" (Correspondencia con Engels, t. I, pág. 136)[9] y de apartarlo de la lucha ¡ de cómo esta prosperidad en general "desmoraliza a los obreros" (II, 218); de cómo "se aburguesa" el proletariado inglés y de cómo "la más burguesa de las naciones [Inglaterra], aparentementlo tiende a poseer una aristocracia burguesa y un proletariado burgués, además de una burguesía" (II, 290)[10]; de cómo desaparece la "energía revolucionaria" del proletariado inglés (III, 124); de cómo habrá que esperar más o menos tiempo hasta que "los obreros ingleses se libren de su aparente contaminación burguesa" (III, 127); de cómo al movimiento obrero inglés le falta "el ardor de los cartistas [11]" (1866; III, 305)[12]; de cómo los líderes de los obreros ingleses forman un tipo medio entre burgués radical y obrero" (caracterización que se refiere a Holyoake, IV, 209); de cómo, en virtud de la posición monopolista de Inglaterra y mientras subsista este monopolio, "no hay nada que hacer con el obrero inglés" (IV, 433)[13]. La táctica de la lucha económica en relación con la marcha general (y con el desenlace ) del movimiento obrero se examina aquí desde un punto de vista admirablemente amplio, universal, dialéctico y verdaderamente revolucionario.
El Manifiesto Comunista establece la siguiente tesis fundamental del marxismo sobre la táctica de la lucha política: "Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero al mismo tiempo defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de este movimiento". Por eso Marx apoyó en 1848, en Polonia, al partido de la "revolución agraria", es decir, al "partido que hizo en 1846 la insurrección de Cracovia" En Alemania, Marx apoyó en 1843-1849 a la democracia revolucionaria extrema, sin que jamás tuviera que retractarse de lo que entonces dijo en materia de táctica. La burguesía alemana era para él un elemento "inclinado desde el primer instante a traicionar al pueblo [sólo la alianza con los campesinos hubiera permitido a la burguesía alcanzar plenamente sus objetivos] y a llegar a un compromiso con los representantes coronados de la vieja sociedad". He aquí el análisis final hecho por Marx acerca de la posición de clase de la burguesía alemana en la época de la revolución democrático-burguesa. Este análisis es, entre otras cosas, un modelo de materialismo que enfoca a la sociedad en movimiento y, por cierto, no sólo desde el lado del movimiento que mira hacia atrás : ". . . sin fe en sí misma y sin fe en el pueblo; gruñendo contra los de arriba y temblando ante los de abajo; [. . .] empavorecida ante la tempestad mundial; [. . .] sin energía en ningún sentido y plagiando en todos; [. . .] sin iniciativa; [. . .] un viejo maldito que está condenado a dirigir y a desviar, en su propio interés senil, los primeros impulsos juveniles de un pueblo robusto [. . .]" (Nueva Gaceta del Rin, 1848; véase La herencia literaria, t. III, pág. 212)[14]. Unos veinte años después, en carta dirigida a Engels (III, 224), decía Marx que la causa del fracaso de la revolución de 1848 era que la burguesía había preferido la paz con esclavitud a la simple perspectiva de una lucha por la libertad. Al cerrarse el período de la revolución de 1848-1849, Marx se alzó contra los que se empeñaban en seguir jugando a la revolución (lucha contra Schapper y Willich), sosteniendo la necesidad de saber trabajar en la época nueva, en la fase de la preparación, aparentemente "pacífica", de nuevas revoluciones. En el siguiente pasaje, en el que enjuicia la situación alemana en los tiempos de la más negra reacción, en 1856; se muestra en qué sentido pedía Marx que se encauzara esta labor: "Todo el asunto dependerá en Alemania de la posibilidad de cubrir la retaguardia de la revolución proletaria mediante una segunda edición de la guerra campesina" (Correspondencia con Engels, t. II, pág. 108)[15]. Mientras en Alemania no se llevó a término la revolución democrática (burguesa), Marx concentró toda su atención, en lo referente a la táctica del proletariado socialista, en impulsar la energía democrática de los campesinos. Opinaba que la actitud de Lassalle era, "objetivamente, una traición al movimiento obrero en beneficio de Prusia" (III, 210), entre otras cosas porque se mostraba demasiado indulgente con los terratenientes y el nacionalismo prusiano. "En un país agrario -- escribía Engels en 1865, en un cambio de impresiones con Marx a propósito de una proyectada declaración conjunta a la prensa -- es una vileza alzarse únicamente contra la burguesía en nombre del proletariado industrial, olvidando por completo la patriarcal 'explotación a palos' de los obreros agrícolas por parte de la nobleza feudal" (t. III, 217)[16]. En el período de 1864 a 1870, cuando tocaba a su fin la época en que culminó la revolución democrático-burguesa de Alemania, la época en que las clases explotadoras de Prusia y Austria luchaban en torno a los medios para llevar a término esta revolución desde arriba, Marx no sólo condenó la conducta de Lassalle por sus coqueterías con Bismarck, sino que llamó al orden a Liebknecht, que se había dejado ganar por la "austrofilia" y defendía el particularismo. Marx exigía una táctica revolucionaria que combatiese implacablemente tanto a Bismarck como a los austrófilos, una táctica que no se acomodara al "vencedor", al junker prusiano, sino que reanudase inmediatamente la lucha revolucionaria contra él, incluso en la situación creada por las victorias militares de Prusia (Correspondencia con Engels, III, 134, 136, 147, 179, 204, 210, 215, 418, 437, 440-441)[17]. En el famoso llamamiento de la Internacional del 9 de septiembre de 1870, Marx prevenía al proletariado francés contra un alzamiento prematuro; no obstante, cuando éste se produjo, a pesar de todo, en 1871, acogió con entusiasmo la iniciativa revolucionaria de las masas que "tomaban el cielo por asalto"  (carta de Marx a Kugelmann). En esta situación, como en muchas otras, la derrota de la acción revolucionaria representaba, desde el punto de vista del materialismo dialéctico que sustentaba Marx, un mal menor en la marcha general y en el desenlace de la lucha proletaria, en comparación con lo que hubiela representado el abandono de las posiciones ya conquistadas, es decir, la capitulación sin lucha. Esta capitulación habría desmoralizado al proletariado y mermado su combatividad. Marx, que apreciaba en todo su valor el empleo de los medios legales de lucha en los períodos de estancamiento político y de dominio de la legalidad burguesa, condenó severamente, en los años de 1877-1878, después de promulgarse la ley de excepción contra los socialistas, las "frases revolucionarias" de Most; pero combatió con no menos energía, tal vez con más vigor, el oportunismo que por entonces se había adueñado temporalmente del partido socialdemócrata oficial, que no había sabido dar pruebas inmediatas de firmeza, decisión, espíritu revolucionario y disposición a pasar a la lucha ilegal en respuesta a la ley de excepción (Cartas de Marx a Engels, IV, 397, 404, 418, 422 y 424.[18] Véanse también las cartas a Sorge).




[*] Kustares : productores de objetos industriales que trabajaban para el mercado.

NOTAS


1. V. I. Lenin empezó a escribir el artículo "Carlos Marx" -- destinado al Diccionario enciclopédico de la Sociedad Granat Hnos. -- en la primavera de 1914, en Poronin (Galitzia), y lo terminó en noviembre de 1914 en Berna (Suiza). En el prólogo a la edición de 1918 de este artículo (aparecida como separata), Lenin cree recordar el año 1913 como fecha en que fue escrito.
Apareció por primera vez en 1915, en el Diccionario, con la firma de V. Ilín, seguido de una "Bibliografía del marxismo". Teniendo en cuenta la censura, la redacción prescindió de dos capítulos -- "El socialismo" y "La táctica de la lucha de clase del proletariado" -- e introdujo una serie de modificaciones en el texto.
En 1918, la Editorial Pribói publicó este trabajo, con el prólogo de V. I. Lenin, en forma de folleto, reproduciendo el texto que había aparecido en el Diccionatio, pero sin la "Bibliografía del marxismo".
El texto completo del artículo, según el manuscrito, fue publicado por primera vez en 1925, en Marx-Engels-marxismo, recopilación de artículos preparada por el Instituto Lenin, anejo al CC del PC(b) de Rusia.   
2. Véase Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXI.)
3. Véanse La carta de Marx a A. Ruge de septiembre de 1843 (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I.) y "Introducción de la Contribución a la crítica de la filosofía del Derechode Hegel ". (Loc. cit.)
4. El partido de la pequeña burguesia "La Montaña" organizó, el 13 de junio de 1849, una manifestación pacífica en París para protestar contra la intervención del Gobierno, que había enviado al ejército francés a aplastar una revolución en Italia, pisoteando asi la Constitución de la República Francesa. Esta Constitucion prohibe utilizar el ejército francés para oponerse contra la libertad de otros pueblos. La manifestación fue disuelta por el ejército. Este fracaso confirmó la bancarrota del democratismo de la pequeña burguesia francesa. Después del 13 de junio, las autoridades empezaron a perseguir a los demócratas, emigrados incluidos.
5. Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XIV.
6. Se alude a Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXI.)
7. Véase El problema campesino en Francia y en Alemania (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXII.)
8. Véase la carta de Marx a Engels del 9 de abril de 1863.
9. Véase la carta de Engels a Marx del 5 de febrero de 1851.
10. Véanse la carta de Engels a Marx del 17 de diciembre de 1857 y la del 7 de octubre de 1858.>
11. Se refiere a los participantes del movimiento constitucionalista de la década 30 a la 40 del siglo XIX. Este es primer movimiento de masas con una intención politica.
12. Véanse la carta de Engels a Marx del 8 de abril de 1863, la de Marx a Engels del 9 de abril de 1863 y la del 2 de abril de 1866.
13. Véanse las cartas de Engels a Marx del 19 de noviembre de 1869 y del 11 de agosto de 1881.
14. Véase La burguesia y la contrarrevolución. (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. VI, pág. 127.)
15. Véase la carta de Marx a Engels del 16 de abril de 1856.
16. Véanse las cartas de Engels a Marx del 27 de enero de 1865 y del 5 de febrero de 1865.
17. Véanse las siguientes cartas: La de Engels a Marx del 11 de junio de 1863, la de Marx a Engels del 12 de junio de 1863, la de Engels a Marx del 24 de noviembre de 1863, y la fechada el 4 de septiembre de 1864; la carta de Marx a Engels del 10 de diciembre de 1864, la de Engels a Marx del 27 de enero de 1865, la de Marx a Engels del 3 de febrero de 1865, las de Engels a Marx con fecha del 22 de octubre de 1867, y la fechada el 6 de diciembre de 1867 y la carta de Marx a Engels del 17 de diciembre de 1867.
18. Véanse las siguientes cartas: de Marx a Engels el 23 de julio de 1877 y el 1 de agosto de 1877; de Engels a Marx el 20 de agosto de 1879, el 9 de septiembre de 1879 y de Marx a Engels el 10 de septiembre de 1879.